¿Piensas que los sueños se cumplen
pidiéndoselos a una estrella o tirando una moneda a un pozo? La vida da muchos
golpes. Las personas presentan altibajos, un día puedes sentirte la persona más
afortunada del mundo y otro día pensar que eres el humano más desdichado de la
faz de la tierra. Ji Yong se sentía así. Últimamente las cosas no salían como
el quería, al parecer el destino se ponía en su contra ¿Pero que podía hacer?
No tenía ninguna máquina del tiempo que hiciera que las cosas jugaran a su favor,
ni siquiera poseía alguna formula científica que aliviara sus problemas. Una
vez su novia Elette le contó una historia, al lado de donde vivían había un
pequeño pozo de los deseos, si tirabas una moneda y pedías un deseo con todo tu
corazón, se hacía realidad; pero también le dio una advertencia, tenía que
pensar bien lo que pediría ¿Qué pasaría si Ji Yong tirara una moneda al agua?
¿Sus problemas desaparecerían o el pozo le daría una lección? Quién sabe, solo
puedo advertir que el destino es impredecible.
domingo, 29 de julio de 2012
When...I miss U - Oneshot
Música de fondo para leer el texto ~~ [[http://www.youtube.com/watch?v=RaKEqIx3r48]] ~~
El atardecer comenzaba a apagarse con lentitud. El horizonte
estaba decorado con pequeñas manchas negras que volaban de un lado al otro en
la lejanía, el océano se tornaba amarillento debajo de aquel astro anaranjado
que despedía otro día triste y melancólico. Hacía ya un año que ella ya no
estaba a su lado, que ya no tomaba su mano o besaba sus labios al despertar ¿Su
motivo? La dejo marchar por ganarse la felicidad de su amor a costa de
sacrificar el suyo. Allí sentado en aquel banco que una vez compartieron para
contar las estrellas bajo el firmamento azulado, se encontraba él, como todos
los atardeceres de aquellos meses pasados. A las 8 se vestía con prendas
delicadamente elegidas, llenaba su cuello de la fragancia favorita de ella y
bajaba corriendo hasta el paseo marítimo, sentándose en aquel trozo de madera a
esperarla. Aunque ya sabía que no aparecería, él la seguía esperando día a día,
preparándose mentalmente a cada hora para imaginar que algún momento ella
estaría delante de sus ojos y le sonreiría como siempre. Suspiró ¿A quién se
suponía que quería engañar bajo aquella mascara sonriente? Bajo aquella fachada
él se derrumbaba con los minutos ¿estaba bien? Bueno, eso le decía a sus amigos
quizás por intentar convencerse de que estaba feliz y ver la vida más
positivamente aunque en el fondo sabía que eso no era cierto, era solo otra
estúpida mentira para pasar el día sin preocupaciones. La rutina comenzaba a
convertirse en locura, todos los días después de trabajar hacía siempre lo
mismo, llegar a su departamento, ducharse, arreglarse y bajar hasta aquel banco
y esperar hasta quela noche llegara para así irse a la cama con lágrimas en los
ojos, dando el día por finalizado para que a la mañana siguiente se repitiera
aquel círculo en el que vivía preso. Hoy su rutina había sido rota y eso lo
dañaban, habían interferido en lo que era un ciclo vital para él. Sus
compañeros de trabajo lo habían arrastrado hasta un café cercano a la empresa
para despejarse del supuesto estrés, una parte de él quería ir pero otra se
negaba. En contra de todos sus pensamientos fue, ya que simplemente serían unos
minutos que se tornaron horas, dando su reloj de pulsera las 7 de la tarde.
Apresurado se despedía de sus amigos que no lo dejaban marchar, la rabia
afloraba en las capas más bajas de su corazón, tenía que ir a ver el atardecer
como todos los días y casi ya era la
hora indicada. Las luces de la calle comenzaban a encenderse y él aun estaba
luchando por escapar de aquel lugar que a fuerzas abandono. Sus piernas corrían
sin parar, llegaba tarde, llegaba tarde a aquella cita cotidiana a la que debía
asistir y no podía perder, ya que quizás hoy sería el día indicado en el que
ella volvería, porque…¿Ella vendría verdad? Si, claro que sí, ella vendría hoy.
Tropezando con la gente y cayendo al suelo en varias ocasiones casi llegaba a
la avenida marítima, solo estaba a unos pasos más, ahí estaba aquel banco
solitario que lo acompañaba todos los días, aguardándolo en el mismo estado,
viejo y vacio; solo que esta vez estaba adornado por el brillo de las
estrellas. Nunca llegó a ver el atardecer aquel día. Las lágrimas rodaban por
sus pómulos como un pequeño riachuelo, le dañaba haberse perdido aquel momento
tan importante para él, sentía que su corazón pesaba demasiado y dolía, como
podía haber sido capaz de perdérselo, solo un idiota podía perder aquella
ocasión de esperarla una vez mas…
-
Babo…¿Por qué sigues esperando por mí en el
mismo lugar?
Su voz, se escuchaba tan cerca y cálida como siempre.
Aquellas mejillas tiznadas de un rosa pálido seguían igual que siempre, sus
labios delgados que siempre lo invitaban a besarlos y aquella sonrisa tímida,
todo era igual que siempre
-
Estas aquí – la estrechaba con fuerza – Has
vuelto…
-
Oppa…¿Por qué te dañas de esta manera? No lo
hagas por favor – con voz suave – Debes olvidarme, esto no te hace bien…
-
No puedo, no puedo olvidarte, no quiero – se
aferra a ella – Te dije que jamás te olvidaría y cumpliré mi promesa
-
Pero oppa…
-
Jamás, jamás te olvidaré, no me lo pidas por
favor, porque no puedo hacerlo…
-
No te sigas torturando de esta manera, sabes que
no volveré y aun así esperas por mí sentado en el mismo banco todos los días a
esperar ver el atardecer…babo…no volveré, ¿por qué no quieres aceptarlo? No te
mientas más oppa…
-
Nunca perderé la esperanza de verte una vez más
sonreír a mi lado – sonreía entre lágrimas – Ni aunque pasen años olvidaré
todas las sensaciones y emociones que tuve junto a ti, me enseñaste a amar y a
ser amado, a dar amor y recibirlo, me mostraste el gran refugio que era tu
pecho y esos labios que me calmaban cuando estaba nervioso, cuando mordías el
labio nerviosa, cuando mirabas a otro lado avergonzada o tartamudeabas cuando
estaba demasiado cerca de ti, eso es algo de lo que no puedo deshacerme porque
lo llevo conmigo, junto a mi corazón y la única forma de que se esfume es
arrancándomelo del pecho
-
Intenta ser feliz oppa, por favor
-
Ahora ya lo soy ¿sabes por qué? Porque ahora te
tengo entre mis brazos una vez más y a partir de este momento no te dejaré ir
de nuevo
miércoles, 25 de julio de 2012
Naega Michyeogayo (Me estoy volviendo loco) - Capítulo 38
Debía haber aparecido
una sonrisa en mi rostro cuando el doctor me confirmó que mi prometida estaba
fuera de todo peligro y por suerte Kim no había llegado más lejos; pero había
algo que me impedía hacerlo, aun seguía angustiado y no sabía porque era (*revuelve
sus cabellos*) ¿Quizás era un presentimiento? ¿Acaso iba a pasar algo malo? No
lo sabía, de verdad que no lo sabía, solo hacía
leer y releer aquellos papeles blanquecinos que sostenía en sus manos: “abuso
sexual”, “contusiones en piernas, muslos, brazos, abdomen y cuello”, “pequeña
herida superficial en su labio inferior”, “rótula dañada”, “costillas
fracturadas”…(*suspira*) Me sentía tan impotente, podía haber evitado todo
aquello sino la hubiera dejado marcharse, debía haberla retenido pero no lo
hice y ahora por mi culpa estaba así; si solo no me hubiera olvidado del
compromiso ahora todo estaría bien. No tendría que aguantarme las ganas de
llorar al ver su brazo izquierdo escayolado y las pocas fuerzas que tenía para
poder andar, necesitaba de una silla de ruedas para moverse; y su piel, su piel
estaba completamente arañada y amoratada, se quejaba si la tocabas levemente,
me daba miedo hasta besarla o abrazarla por temor a dañarla. Sumándole todos
los medicamentos que debía tomar a lo largo del día, nuestra casa parecía más
una farmacia que un hogar. Se veía demasiado débil y delicada acostada en la
cama de la habitación, y yo no podía hacer nada para remediar aquello
En las mañanas mi hermana iba a cuidar de Jia y de ella hasta que llegara yo en la noche para relevarla. Quería estar con ellas, me sentía mal por no poder estar a su lado cuidándolas pero el juicio me tenía completamente absorto, me pasaba las mañanas y las tardes metido en la estación de policía, en el juzgado o en el hospital, incluso había días que debía pedirle ayuda a mis padres porque tenía que pasar fuera todo el día, debía recoger todas las pruebas posibles para meter a ese idiota en la cárcel, tenía que pagar por todo lo que le había hecho a mi familia
- ¿Hyung? ¿Hyung estás ahí? – repetía Daesung desde la otra línea –
- Si perdona Dae, estaba sumido en mis pensamientos
- No te preocupes hyung, entonces ¿no está embarazada? – preguntaba angustiado –
- No por suerte solo fue una falsa alarma, los vómitos y mareos fueron provocados por el tiempo que estuvo sin comer y dormir además de que la humedad de la cueva y la poca luz afectaron a su cuerpo
- Oh entiendo…- quedándose callado por unos segundos - ¿Hoy dormirás aquí?
- No hoy no, hoy iré a casa, el inspector me dijo que se encargaría de los papeles que faltaban – algo aliviado – solo necesitamos unos testimonios más y ya estará todo listo para el juicio
- ¿Ya se sabe la fecha?
- Si, será dentro de dos semanas – con algo de pena – Justo el día de nuestro aniversario…
Justo ese día se celebraría el juicio contra Kim ¿aún podían ir las cosas a peor? Subí el volumen de la música al máximo, si seguía así mis oídos sangrarían. Me sentía nervioso y encima aquel mal presentimiento no se marchaba de mi cabeza, rondaba mis ideas una y otra vez, solo esperaba que no le haya pasado nada ni a Jia ni a mi novia. Cuando llegué a la casa las luces estaban apagadas, era extraño, Dami siempre esperaba hasta que llegara él y luego se marchaba (*inquieto*) Cálmate Ji Yong, quizás solo se fue un poco antes porque debía hacer algún recado. Subí rápido los escalones y abrí la puerta con nervios, las llaves temblaban en mis dedos, al entrar a la casa una luz roja se encendió en mi cabeza, como si de una alarma se tratara (*arruga su nariz*), sabía que algo iba mal
- ¿Amor? ¿Jia? – cerrando la puerta - ¿Dónde estáis? – dejando sus cosas en la entrada –
Todo estaba en silencio. Algo nervioso fui hasta la cocina buscando alguna nota de mi hermana que me dijera que se había marchado antes, quizás tuviera una buena excusa pero por más que miraba no encontraba ningún papel escrito (*suspira*)
- Appa, appa – se acercaba gateando la pequeña hasta su padre – Appa, appa – no paraba de llorar mientras abría sus manos para que la tomara –
- ¿Muñequita que pasa? – preocupado la carga - ¿Por qué lloras? – acariciaba su rostro -
- Appa, appa!! – lloraba cada vez más –
- ¿Muñequita que te pasa? ¿Acaso estas enferma? – tocando su frente – No tienes fiebre…- pensativo - ¿Tuviste una pesadilla princesa? ¿Es eso?
- Appa ~!! – negaba con su pequeña cabeza –
- ¿Entonces qué es? Jia, dile a appa que te pasa no logro comprenderte – le secaba las lágrimas -
- Omma, omma!!
- ¿Omma? ¿Qué pasa con omma? – latiendo su corazón rápido - ¿Jia qué le pasa a omma? ¡¡Muñequita!! – desesperado -
- Omma, omma!! – señalaba el pasillo mientras seguía llorando – Apa, Apa!!
- ¡¿Apa?!
Juraba que sentía como si hubieran detenido el tiempo en aquel preciso instante. En la cocina retumbaba solo el latido acelerado de mi corazón y mi respiración agitada junto al llanto de Jia. La abrazé fuerte contra mí y eché a correr hasta las habitaciones, no sabía dónde se encontraba, mi hija no podía parar de llorar eso me ponía más nervioso de lo que ya lo estaba. Abría y abría las puertas de toda la casa y no la encontraba, me estaba poniendo histérico, me recordó a aquella vez en la cueva cuando Kim la tenía; era exactamente la misma sensación: angustia, dolor, desespero, miedo…
- ¡¡Amor!! ¡¡Amor que te pasa!! – dejando a Jia en su cuna y corriendo hasta ella que estaba inconsciente en el suelo de la habitación - ¡¡Amor respóndeme!! ¡¡Amor!! – estrechándola entre sus brazos – ¿Mi vida que tienes? Amor por favor abre los ojos – revisándola - Por favor, por favor, por favor....- estallando en llanto - ¡¡Amor!!
En las mañanas mi hermana iba a cuidar de Jia y de ella hasta que llegara yo en la noche para relevarla. Quería estar con ellas, me sentía mal por no poder estar a su lado cuidándolas pero el juicio me tenía completamente absorto, me pasaba las mañanas y las tardes metido en la estación de policía, en el juzgado o en el hospital, incluso había días que debía pedirle ayuda a mis padres porque tenía que pasar fuera todo el día, debía recoger todas las pruebas posibles para meter a ese idiota en la cárcel, tenía que pagar por todo lo que le había hecho a mi familia
- ¿Hyung? ¿Hyung estás ahí? – repetía Daesung desde la otra línea –
- Si perdona Dae, estaba sumido en mis pensamientos
- No te preocupes hyung, entonces ¿no está embarazada? – preguntaba angustiado –
- No por suerte solo fue una falsa alarma, los vómitos y mareos fueron provocados por el tiempo que estuvo sin comer y dormir además de que la humedad de la cueva y la poca luz afectaron a su cuerpo
- Oh entiendo…- quedándose callado por unos segundos - ¿Hoy dormirás aquí?
- No hoy no, hoy iré a casa, el inspector me dijo que se encargaría de los papeles que faltaban – algo aliviado – solo necesitamos unos testimonios más y ya estará todo listo para el juicio
- ¿Ya se sabe la fecha?
- Si, será dentro de dos semanas – con algo de pena – Justo el día de nuestro aniversario…
Justo ese día se celebraría el juicio contra Kim ¿aún podían ir las cosas a peor? Subí el volumen de la música al máximo, si seguía así mis oídos sangrarían. Me sentía nervioso y encima aquel mal presentimiento no se marchaba de mi cabeza, rondaba mis ideas una y otra vez, solo esperaba que no le haya pasado nada ni a Jia ni a mi novia. Cuando llegué a la casa las luces estaban apagadas, era extraño, Dami siempre esperaba hasta que llegara él y luego se marchaba (*inquieto*) Cálmate Ji Yong, quizás solo se fue un poco antes porque debía hacer algún recado. Subí rápido los escalones y abrí la puerta con nervios, las llaves temblaban en mis dedos, al entrar a la casa una luz roja se encendió en mi cabeza, como si de una alarma se tratara (*arruga su nariz*), sabía que algo iba mal
- ¿Amor? ¿Jia? – cerrando la puerta - ¿Dónde estáis? – dejando sus cosas en la entrada –
Todo estaba en silencio. Algo nervioso fui hasta la cocina buscando alguna nota de mi hermana que me dijera que se había marchado antes, quizás tuviera una buena excusa pero por más que miraba no encontraba ningún papel escrito (*suspira*)
- Appa, appa – se acercaba gateando la pequeña hasta su padre – Appa, appa – no paraba de llorar mientras abría sus manos para que la tomara –
- ¿Muñequita que pasa? – preocupado la carga - ¿Por qué lloras? – acariciaba su rostro -
- Appa, appa!! – lloraba cada vez más –
- ¿Muñequita que te pasa? ¿Acaso estas enferma? – tocando su frente – No tienes fiebre…- pensativo - ¿Tuviste una pesadilla princesa? ¿Es eso?
- Appa ~!! – negaba con su pequeña cabeza –
- ¿Entonces qué es? Jia, dile a appa que te pasa no logro comprenderte – le secaba las lágrimas -
- Omma, omma!!
- ¿Omma? ¿Qué pasa con omma? – latiendo su corazón rápido - ¿Jia qué le pasa a omma? ¡¡Muñequita!! – desesperado -
- Omma, omma!! – señalaba el pasillo mientras seguía llorando – Apa, Apa!!
- ¡¿Apa?!
Juraba que sentía como si hubieran detenido el tiempo en aquel preciso instante. En la cocina retumbaba solo el latido acelerado de mi corazón y mi respiración agitada junto al llanto de Jia. La abrazé fuerte contra mí y eché a correr hasta las habitaciones, no sabía dónde se encontraba, mi hija no podía parar de llorar eso me ponía más nervioso de lo que ya lo estaba. Abría y abría las puertas de toda la casa y no la encontraba, me estaba poniendo histérico, me recordó a aquella vez en la cueva cuando Kim la tenía; era exactamente la misma sensación: angustia, dolor, desespero, miedo…
- ¡¡Amor!! ¡¡Amor que te pasa!! – dejando a Jia en su cuna y corriendo hasta ella que estaba inconsciente en el suelo de la habitación - ¡¡Amor respóndeme!! ¡¡Amor!! – estrechándola entre sus brazos – ¿Mi vida que tienes? Amor por favor abre los ojos – revisándola - Por favor, por favor, por favor....- estallando en llanto - ¡¡Amor!!
martes, 24 de julio de 2012
Day by Day - Oneshot
L a lluvia brotaba con fuerza del cielo encapotado mientras
las nubes oscurecían el firmamento aquella noche de invierno. Las calles
húmedas y silenciosas guardaban cierto tono de tristeza en aquella fecha
especial algo olvidada por el tiempo. Los pasos apresurados de las personas se
hacían presentes en la vía principal, corrían de un lado a otro buscando un
refugio para huir de aquellos pequeños cristales que inundaban la acera y evitar
que su ropa ahora arrugada no se humedeciera. Llevaba vagando por la ciudad
unas horas, quizás dos o tres, no podía saber con certeza el tiempo que perdió
corriendo calle abajo ya que su reloj de pulsera paró sus manecillas al caer al
suelo en su huída. Había olvidado el motivo de aquella visita sorpresa, hasta
deseaba olvidar su propio nombre pero aquel sentimiento seguía tallado en lo
hondo de su corazón, y a pesar de no querer recordarlo aquel órgano desgajado
mostraba las imágenes en su mente una y otra vez como una película antigua.
Dejó caer su cuerpo en aquel incómodo banco de la estación de tren, echándose a
llorar ahora que tenía ocasión de estar sola, aquel era único lugar que tenía
para ocultarse de todo y de todos, de la vergüenza y de la misma lluvia, allí nadie
la buscaría, estaba segura de que sería uno de los últimos lugares de una gran
lista a los que nunca se dirigirían
Desde el primer momento supo que aquel paso que daría no
estaría bien, que sería un paso en falso y con claras consecuencias, apresuraba
los hechos para no perderse nada de aquella relación antes de que él
desapareciera como el frío viento en una noche de invierno, pero esta vez los
acontecimientos fueron más rápidos y antes de que se diera cuenta aquella
persona ya había jugado sus cartas y junto con su alma gemela se desaparecieron
ambos. Nunca estuvo en su lista de actividades ni de locuras por amor hacer un
viaje tan largo pero quizás quería afrontar la realidad y demostrarle a su
corazón que todas sus esperanzas eran nulas desde hacía ya unas semanas.
Parecía absurdo para una persona como ella arreglarse en aquellas
circunstancias pero aun así aquella fe en su corazón seguía sin desaparecer,
quizás por miedo o por buscar una manera desesperada de aferrarse a él, a fin
de cuentas quería que por lo menos se llevara una última imagen de ella. La
chaqueta negra de plumas rodeo su cintura con un pequeño cinto a juego bajo su
pecho, unos zapatos de charol para no mojarse sus pequeñas piernas y una
sombrilla oculta en su bolso de mano. Su estado de ánimo era indescriptible, se
amontaban los sentimientos en su cabeza como restos de cenizas, grano a grano
formaban un muro que no la dejaban verlas cosas con la claridad suficiente para
darse cuenta de lo que realmente estaba pasando
Cayó en un pequeño charco al intentar saltar la valla de la
parte trasera del edificio, mojando un poco las esquinas de su abrigo oscuro,
la situación se asemejaba a la de una
ladrona en busca de alguna joya valiosa, cuando en realidad lo que pretendía
era colarse en aquel sitio para verlo a él, nada más que a él; además, entrar
desde allí le permitía una serie de ventajas por si se encontraba con una
situación incómoda, prefería no ser
vista, y más sabiendo lo ridícula que se veía cuando lloraba; y aquella verja
era su método de escape más rápido. Un empujón y se coló por una ventana
cercana. Allí estaba él, justo como la última vez que lo vio, vestido de traje
y con aquella sonrisa tan encantadora y deslumbrante. Detrás de aquel sillón
tenía una vista completa de aquella recepción. Un anciano, una jovencita y él,
todos elegantemente vestidos hablaban en aquel lugar. El señor apoyaba su mano
en el hombro del chico mientras ella presentaba un claro rubor en sus mejillas,
una chica coreana, debió de suponerlo, a fin de cuentas era el protocolo de
aquel país, coreanos con coreanos, estaba claro que allí no había lugar para
las extranjeras como ella y aquel pequeño y simple detalle comenzaba a dañarla
de una forma exagerada
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis…Poco a poco rodaban las
lágrimas por sus mejillas tiznadas de negro por culpa de aquel delineado en sus
grandes ojos achocolatados. Tomados de la mano aquella supuesta pareja se
miraban ambos el uno al otro, creía verlo sonreír o por lo menos eso imaginaba
su mente ya que solo alcanzaba a observar su espalda. En aquel punto solo tenía
dos ideas rondando su cabeza, darle un futuro como se merecería y alejarse en
silencio o luchar en vano por algo que jamás aceptaría la sociedad, porque a
fin de cuentas, aquella persona que una vez la advirtió hoy había cumplido su
promesa de alejarlo de ella y buscarle una esposa digna para él. Se sentía
inútil por haber fallado en sus intentos de cambiar el destino y proteger lo
que parecía una relación a largo plazo, y en sueños, quizás infinita; aún así, a pesar de que sabía que sus manos eran
demasiado pequeñas como para manejarlo nunca perdió la esperanza de poder verse
feliz a su lado, pero ahora todo había cambiado, las manecillas jugaban en su
contra no a su favor. A lo lejos se escuchaban unos gritos llamándola pero su
corazón tapó sus oídos para no escucharlo más. Sus zapatos la llevaban calle
abajo casi deslizándose por el asfalto negro, sus pasos ya no se percibían,
había abandonado su intento de seguirla y eso apaciguaba su corazón, quizás
aquella huída le haría más fácil el olvido al no ser retenida. “No me dejes”
decían mientras abrazaban su cintura por la espalda de improvisto, “No te
alejes de mí, por favor”, “Es todo una mentira”, “Te necesito”. Mezcladas con
la llovizna sus lágrimas se secaban a pesar de la humedad del clima y el frío
que desprendían aquellos brazos que no soltaban su cuerpo ¿Creer o no creer?
¿Seguir al corazón o a la razón? ¿Huir o afrontar la realidad? ¿La felicidad
propia o la ajena?
“El final del amor es negro como un túnel, estoy muy
asustada porque no puedo ver el camino; Como un desierto carmesí golpeado por
el sol o como una persona sedienta suplicando; bésame cariño, rápido, antes de
que la noche termine, día a día”
“Las lágrimas comienzan a caer otra vez, con el recuerdo de
que te vas, dime que regresarás y que nuestro amor durará para siempre”
What Can I Do? - Capítulo 9
- -
Elette – quedándose a pocos centímetros de su
rostro - ¿Te encuentras bien? Desde que salimos del orfanato estas muy callada
– parándose enfrente de ella -
-
Mmm? Si claro! – fingiendo un sonrisa – No te
preocupes, estoy bien – rodeando su cuello con sus delgados brazos para besar
su mejilla –
-
¿A dónde iremos ahora? – retomando su paso mientras
observaba felizmente como en frente de la calle unos niños jugaban a la pelota
–
-
¿Qué te gustaría hacer? – entrelazando sus
dedos que tiritaban por el frío para buscar algo de calor en aquellas manos
conocidas –
-
No lo sé – con un claro tono de tristeza – No
se me ocurre nada – jugando con el vapor que salía de sus labios –
-
Ash…- mirando los escaparates que aparecían a
su lado - A mi tampoco se me ocurre nada
– fijando su vista en una pequeña planta que florecía entre las losetas del
suelo - ¡¡Eso es!!
-
¿Qué pasa? – tapando su boca algo impresionada
–
-
¡¡Vamos!! Sé a dónde ir – echando a correr
tomadas de la mano -
-
¡¡Elette espera!! ¡¡Elette ~!! – se quejaba
más atrás de ella haciendo pucheros y pequeños berrinches por el aceleramiento
apresurado de su caminar –
Sus botas de plástico se manchaban de tierra mientras sus pies no
paraban de correr por las baldosas mojadas de la calle esquivando a las
personas que concurrían la calle principal. Elette sabía bien a donde ir, hacía
muchos años que no visitaban aquel lugar juntas. Habían pasado 6 inviernos
cuando se encontraron por primera vez. En aquella estación tan fría su madre
soltera las había llevado a ella y a su hermana menor a visitar unas montañas
cercanas para que pudieran disfrutar de la nieve blanca que adornaba sus
grandes laderas. Esa mañana se habían levantando muy temprano, mientras su
madre preparaba rica comida ella ponía su abrigo de plumas a su hermanita y
cubría su cuello con una linda bufanda rosa, el color preferido de la
menor. A solo sus 11 años de edad,
Elette ya era una niña muy activa, tomando entre sus pequeños brazos a su
hermana bajaba hasta la cocina donde su madre le ofrecía chocolate caliente
para matar aquel frio matutino
-
A la de tres: una, dos, ¡tres! – destapaba los
pequeños ojos negros de su hija que se volvían iluminados al ver aquella
escharcha blanquecina bajo sus botas de agua –
-
¡¡Nieve!! ¡¡Nieve, nieve!! – rodaba feliz por
el suelo mientras su hermana pequeña gateaba hasta su lado - ¡¡Nerea
mira!! ¡¡Es nieve!!
Aunque quizás su mente no quería remover recuerdos pasados, la
mente de Ari también guardaba en algún lugar aquel encuentro. Su madre la
despertó aquel diciembre con un beso en su frente, las vacaciones de navidades
habían llegado tan rápidas para la pequeña, desde hacía meses que contaba los
días en un pequeño almanaque de ositos que tenía en su mesita de noche, a pesar
de ser una preadolescente su mente aun era algo infantil y esperaba con emoción
aquel día de nochebuena. Jamás había conocido la nieve, siempre enfermaba
cuando el frio llegaba a aquel barrio, encerrada en su habitación solo podía
observar los copos caer en el jardín verde de su casa. Si verde, aun la vida
reinaba aquel lugar, aun podía llamarse a aquel sitio “hogar”
-
¡! Papi, papi, papi!! – dabas saltitos feliz
en la cama de matrimonio de sus padres - ¡¡Papi hoy es el día!! ¡¡Es hoy, es hoy!! – chillaba
-
-
¿El día? ¿Qué día? – le tiraba cojines
mientras rodaba hacia el otro lado de la cama intentando dormir –
-
Papi…- cayendo de rodillas entre las sábanas -
¿No sabes qué día es hoy? – comenzaba a avecinarse el llanto –
-
Será que es el día…¡¡En el que el lobo se
comió a caperucita!! – saltando de la cama –
-
Ahhhhhhh!! Lobo!! Ahhhhh!! Mami, mami, papi es
el lobo!!! – corría sin parar de reír por toda la casa – ¡¡Mami el lobo malo me
quiere comer!! – escondiéndose detrás de los pies de su madre - ¡¡Lobo malo,
lobo malo!!
Ari iba con su carita pegada al cristal del auto mientras su
sonrisa crecía aun más a medida que asomaban aquellas montañas por el
horizonte. Escondida en su chaqueta roja traía un pequeño bote para guardar un
poco de nieve en su interior y así poder colocarla debajo del árbol de navidad
para que Papá Noel se lo llevara esa noche como regalo. Sus pies se enterraron
en aquel hielo blando en el que se hundía por su propio peso, los árboles
lucían aquel manto blanquecino con esplendor mientras las flores se escondían
debajo de él para florecer en la siguiente estación; los pájaros cantaban por
encima de su cabeza cruzando el cielo de un lado a otro, sin duda aquel día
sería el más feliz de su vida
Su pantalón se humedecía a cada segundo. Allí sentaba se había
olvidado de todo, sus papás paseaban tomados de la mano así que ella hecho a
correr por todos lados tomando trozos de escarcha brillantes para adornar su
bote, sin darse cuenta se había alejado de la mirada de los mayores, sus ojos
juguetones recorrían aquel lugar extraño, solo veía blanco y más blanco
-
¿Mami? ¿Papi? – caminaba con dificultad por la
nieve - ¡¡Mami, Papi!! ¿¡Dónde estáis?! ¡¡Mami ~!! – helada por el frío se
refugia debajo de un árbol centenario que la cubre con su gran copa - ¡¡Papi
~!! – secando con la manga de su chaqueta las lágrimas que mojaban su rostro –
-
¿Por qué lloras? – decía una niña un poco
mayor que ella sentándose a su lado – ¿Estas triste?
-
Me he perdido y no encuentro a mis papis –
castañeaban sus dientes – Quiero irme a mi casa
-
¡¡Pero es navidad!! Juguemos un rato con la
nieve luego buscaremos a tus papis ¿si?
-
¡¡No quiero!! ¡¡Quiero a mis papis!! –
estampaba pequeños trozos de nieve en su cara –
-
¡¡Eres tonta!! ¡¡Solo quería ayudarte!! –
haciendo una bolita entre sus manos - ¡¡Tonta!!
-
¡¡Boba!! – tirando de su bufanda azulada –
-
¡¡Tonta!! – rompiendo el bote de cristal que
sostenía la pequeña en sus manos congeladas -
-
¡¡Boba!! – chillaba entre lágrimas - ¡¡Eres
una estúpida, rompiste mi regalo!!
-
¡¡Ariadna!! – se acercaba una voz varonil
hasta las dos niñas - ¡¡Ven aquí ahora mismo!! – su enojo se captaba desde tan
lejos que se encontraba ella –
-
¡¡Papi ~!! – corría veloz la pequeña hasta los
brazos de su padre -
Algunas cosas que empiezan mal pueden tener un final feliz. A
pesar de que la guerra de bolitas de nieve las había hecho enemigas por un
momento con el paso del tiempo, cuando se reencontrasen de nuevo los juegos de
niñas pequeñas quedarían en el pasado y se forjaría una linda amistad como la
que mantenían ahora. Aunque Elette reconocía que había sido algo brusca con su
pequeña amiga en el pasado, agradecía aquel incidente y daba gracias todos los
días por permitirle estar a su lado cuidándola cuando nadie más lo hacía, secando
sus lágrimas cuando los niños se metían con ella o riendo cuando patinaban
juntas y una de las dos acababa tirada en el suelo de la pista
I'm Back! *-*
Anneyong ~!! ¿Cómo estáis? Actualizaré mi blog de nuevo, siento haber tardado tanto pero mis examenes acabaron hace poco. En unos minutos empezaré a subir capítulos nuevos, oneshots y mini stories. Me alegro de volver ~~!! Os echaba de menos!! ^^
Hello ~!! How are U? I will update my blog again, sorry for the lateness but recently finished my exams. Within minutes I start up new chapters, oneshots and mini stories. I'm glad to back~~!! I missed U!! ^^
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