sábado, 2 de junio de 2012

What Can I Do? - Capítulo 8



-          ¡¡Ayita, ayita!! – moviéndose juguetonamente en su sillita
-          Min Woong… - abriendo sus grandes ojos para ver al bebé que la llamaba con aquel apodo tan cariñoso
-          ¡¡Ayita, ayita!! – abriendo sus manitas insistentemente para que lo tomaran en brazos

Amaba aquella pequeña sonrisa que ponía Min Woong al verla aparecer por las puertas del orfanato. Elette y ella habían encontrado al bebé solo en las calles del barrio, al parecer sus papás lo habían abandonado a su suerte. Cada vez que lo veía una sensación extraña crecía en ella, unas ganas de tomarlo entre sus brazos y darle un hogar feliz, quizás su lado maternal estuviera saliendo a la luz.

-          ¿Cómo ha estado Min Woong? – dijo Elette acercándose a una de las enfermeras que lo atendían
-          Hoy no ha querido jugar con nadie, ha pasado el día acostado en su cuna- dejando escapar una pequeña risa
-          ¿Acaso está enfermo? – la miro asustada Ari
-          No tranquila, yo misma me encargué de revisarlo y no tiene nada. A mi parecer creo que hoy está algo perezoso – revolviendo los cabellos del niño
-          ¿Puedo jugar con él?
-          Claro que si pequeña, Min Woong lleva varios días esperando a que juegues con él – concluye con una sonrisa deslumbrante en su rostro – Elette…- observando a la otra jovencita - ¿Podría hablar contigo en privado?
-          Claro que sí señorita – dedicándole un pequeña reverencia –

Tenía un mal presentimiento. La voz de la enfermera había cambiado radicalmente cuando se dirigió a ella ¿Había pasado algo malo?. La puerta de aquella oficina decorada con flores de todas las clases y una pila de carpetas en su mesa, se abrió. Seoh Ah se sentó en aquella silla tan cómoda y medito por unos segundos antes de pronunciar cualquier palabra. Desde allí podía notar el nerviosismo de su amiga, sus pies se movían insistentemente arriba y abajo y su pecho subía y bajaba toscamente.

-          Elette…- con voz suave intentando captar la atención de la muchacha – No me quería ver en la obligación de tener que decirlo de esta manera, preferiría que no lo supieras, pero tarde o temprano os enteraríais – ofreciéndole un vaso con zumo de cerezas –
-          ¿De que hablas Seoh Ah? ¿Qué ocurre? – depositando aquel recipiente en la mesa de madera amarillenta –
-          …- mostrándole la espalda a Elette – El orfanato va a cerrar
-          ¡¿Qué?! – exaltada - ¿Cómo que va a cerrar? ¡¡No puede cerrar!! – poniéndose de pie - ¿Qué pasará con los niños? ¿A dónde irán?
-          Estamos escasos de dinero Elette – escondiendo sus manos en la bata blanca que vestía – Cada vez llegan más niños con enfermedades, las medicinas son muy caras y muchos pacientes necesitan de tratamientos completos – fijando su vista en los edificios de la ciudad de Seúl que mostraba la ventana – Llevamos varios meses sin pagar el alquiler del hospital, la agente inmobiliaria nos dio un ultimátum hace un mes, sino pagábamos debíamos abandonar el orfanato – suspiró con resignación – El dinero estaba recogido, solo hacía falta dárselo y pedir disculpas pero la semana pasada llego una pequeña con cáncer – girándose para observarla con ojos triste – Sabes que significa mucho para mi este lugar pero no podía negarle a la pequeña seguir con su vida, sabes que no está en mi ética pensar en el dinero antes que las personas
-          Pero y ahora…- acercándose hasta ella - ¿Los niños a donde irán? ¿y vosotras? ¿Qué pasará con vosotras?
-          La agencia se apropiará del hospital y lo derruirá para construir una zona residencial y en cuanto a los niños – mordiendo su labio para contener las lágrimas – Volverán a las calles – bajando la cabeza – Mi casa es pequeña, solo puedo coger a algunos de los pequeños al igual que las otras enfermeras, los niños deberán volver a las calles de Seúl
-          ¿Y si pedimos que los adopten? Son niños muy buenos y con un gran corazón, seguro que habrá  familia sin hijos que quieran adoptar bebés
-          Elette, pequeña – tomándola de los hombros – Créeme que lo he intentado pero piénsalo bien ¿Crees que la gente de alta sociedad adoptaría a un niño que se ha criado en la calle y está enfermo?
-          Pero…- intentando refutar su teoría –
-          Se que es absurdo ese pensamiento pero es la realidad pequeña – volviendo a su asiento – Pero ha algo que me preocupa más – tomando un bolígrafo de su mesa para distraerse – No puedo acoger a Min Woong en mi casa, por lo tanto solo quedan dos opciones: que vuelva a la calle o que Ari o tú os lo llevéis con vosotras
-          Min Woong no puede volver a la calle Seoh Ah, es solo un bebé, apenas tiene 1 año y medio
-          Lo sé, créeme cuando te digo que yo también sufro por todo esto pero la única manera de salvar a Min Woong es que os lo llevéis vosotras, es uno de los más pequeños y por consiguiente es el que más me preocupa – anotando algo en un papel – Los demás ya son mayores, saldrán adelante pero él no podrá crecer sin una familia y lo sabes
-          Pero Ari no puede llevárselo con ella, sabes como es su familia, su padre, sabes como actuaría su padre si se enterara de que lleva a un bebé a su casa
-          ¿Y tu? Tu madre no goza de muy buena situación económica pero podéis salir adelante y  en cuanto a sus medicinas, podéis pedírmelas a mi, yo puedo suministráoslas
-          Pero yo tengo una hermana pequeña, no se si madre estará dispuesta a adoptarlo
-          Toma – entregándole una pequeña nota – Es mi número, llámame y dame tu respuesta, el orfanato se cerrarán dentro de 4 días

Salió de aquella oficina con el corazón en un puño, no podía abandonar a su suerte a Min Woong en la calle, sabía muy bien que estaba enfermo, necesitaba un tratamiento especial para su corazón; pero no podía contar con Ari, si llevara a Min Woong a su casa todo iría a peor y no era lo conveniente, la última esperanza era su casa. Desde detrás del cristal negrizo observaba como su amiga jugaba con el bebé,  sin duda llegaría a ser una gran madre. Trataba al pequeño como si fuera su propio hijo, incluso meses atrás soñaba con algún día poder adoptarlo, al parecer con el paso de los años la relación entre ellos dos cada vez era mayor.

Aún recordaba como si fuera ayer cuando encontraron ella y Elette a Min Woong. Habían salido de la universidad, el día estaba oscuro, los edificios oscurecían las calles desiertas de Seúl. De nuevo, como todos los días, caminaban de regreso a casa. Cogidas de las manos saltaban los charcos que había dejado la lluvia de la noche anterior, mostrando la carretera unos pequeños ríos de agua sucia. Era la hora exacta, la hora del almuerzo, siempre esperaban hasta esta hora para correr hasta su casa; antes de aquella hora era probable encontrarse con un grupo de chicos mayores que siempre les decían cosas indecentes, y eso les asustaba. A pesar de sobrepasar el mínimo de la edad adulta aun se sentían como niñas pequeñas al pasar por las calles de su barrio, no eran solo las casas derruidas las que asustaban, sino las personas que vivían en aquel residencial olvidado y mugriento. Drogadictos, alcohólicos, prostitutas; todas las clases bajas de la sociedad se asentaban en aquel sitio, justo donde vivían Elette y Ari. Su camino era siempre el mismo, tomaban el callejón que estaba al lado de la Iglesia abandonada y luego seguían recto para llegar a la fuente, desviándose una vez allí hasta sus correspondientes hogares. Se habían entretenido en el cerezo que había en aquella catedral abandonada, aquel árbol frutal daba unas frutas muy apetitosas, era la época en la que estaba en flor, y ellas adoraban recoger sus flores para ambientar sus habitaciones con aquel rico olor. Pero esta vez había algo distinto, el cerezo se veía cambiado, debajo de sus raíces había una caja de madera cubierta con una manta amarilla. Las dos se acercaron algo curiosas a observarlo, quizás pensaran que eran algunos gatitos abandonados por sus amos pero lo que encontraron fue a un bebé de poco meses en su interior tiritando de frío y algo hambriento.


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