domingo, 29 de julio de 2012

Timeless LOVE - New Proyect



¿Piensas que los sueños se cumplen pidiéndoselos a una estrella o tirando una moneda a un pozo? La vida da muchos golpes. Las personas presentan altibajos, un día puedes sentirte la persona más afortunada del mundo y otro día pensar que eres el humano más desdichado de la faz de la tierra. Ji Yong se sentía así. Últimamente las cosas no salían como el quería, al parecer el destino se ponía en su contra ¿Pero que podía hacer? No tenía ninguna máquina del tiempo que hiciera que las cosas jugaran a su favor, ni siquiera poseía alguna formula científica que aliviara sus problemas. Una vez su novia Elette le contó una historia, al lado de donde vivían había un pequeño pozo de los deseos, si tirabas una moneda y pedías un deseo con todo tu corazón, se hacía realidad; pero también le dio una advertencia, tenía que pensar bien lo que pediría ¿Qué pasaría si Ji Yong tirara una moneda al agua? ¿Sus problemas desaparecerían o el pozo le daría una lección? Quién sabe, solo puedo advertir que el destino es impredecible.

When...I miss U - Oneshot


Música de fondo para leer el texto ~~ [[http://www.youtube.com/watch?v=RaKEqIx3r48]] ~~


El atardecer comenzaba a apagarse con lentitud. El horizonte estaba decorado con pequeñas manchas negras que volaban de un lado al otro en la lejanía, el océano se tornaba amarillento debajo de aquel astro anaranjado que despedía otro día triste y melancólico. Hacía ya un año que ella ya no estaba a su lado, que ya no tomaba su mano o besaba sus labios al despertar ¿Su motivo? La dejo marchar por ganarse la felicidad de su amor a costa de sacrificar el suyo. Allí sentado en aquel banco que una vez compartieron para contar las estrellas bajo el firmamento azulado, se encontraba él, como todos los atardeceres de aquellos meses pasados. A las 8 se vestía con prendas delicadamente elegidas, llenaba su cuello de la fragancia favorita de ella y bajaba corriendo hasta el paseo marítimo, sentándose en aquel trozo de madera a esperarla. Aunque ya sabía que no aparecería, él la seguía esperando día a día, preparándose mentalmente a cada hora para imaginar que algún momento ella estaría delante de sus ojos y le sonreiría como siempre. Suspiró ¿A quién se suponía que quería engañar bajo aquella mascara sonriente? Bajo aquella fachada él se derrumbaba con los minutos ¿estaba bien? Bueno, eso le decía a sus amigos quizás por intentar convencerse de que estaba feliz y ver la vida más positivamente aunque en el fondo sabía que eso no era cierto, era solo otra estúpida mentira para pasar el día sin preocupaciones. La rutina comenzaba a convertirse en locura, todos los días después de trabajar hacía siempre lo mismo, llegar a su departamento, ducharse, arreglarse y bajar hasta aquel banco y esperar hasta quela noche llegara para así irse a la cama con lágrimas en los ojos, dando el día por finalizado para que a la mañana siguiente se repitiera aquel círculo en el que vivía preso. Hoy su rutina había sido rota y eso lo dañaban, habían interferido en lo que era un ciclo vital para él. Sus compañeros de trabajo lo habían arrastrado hasta un café cercano a la empresa para despejarse del supuesto estrés, una parte de él quería ir pero otra se negaba. En contra de todos sus pensamientos fue, ya que simplemente serían unos minutos que se tornaron horas, dando su reloj de pulsera las 7 de la tarde. Apresurado se despedía de sus amigos que no lo dejaban marchar, la rabia afloraba en las capas más bajas de su corazón, tenía que ir a ver el atardecer como todos los días y  casi ya era la hora indicada. Las luces de la calle comenzaban a encenderse y él aun estaba luchando por escapar de aquel lugar que a fuerzas abandono. Sus piernas corrían sin parar, llegaba tarde, llegaba tarde a aquella cita cotidiana a la que debía asistir y no podía perder, ya que quizás hoy sería el día indicado en el que ella volvería, porque…¿Ella vendría verdad? Si, claro que sí, ella vendría hoy. Tropezando con la gente y cayendo al suelo en varias ocasiones casi llegaba a la avenida marítima, solo estaba a unos pasos más, ahí estaba aquel banco solitario que lo acompañaba todos los días, aguardándolo en el mismo estado, viejo y vacio; solo que esta vez estaba adornado por el brillo de las estrellas. Nunca llegó a ver el atardecer aquel día. Las lágrimas rodaban por sus pómulos como un pequeño riachuelo, le dañaba haberse perdido aquel momento tan importante para él, sentía que su corazón pesaba demasiado y dolía, como podía haber sido capaz de perdérselo, solo un idiota podía perder aquella ocasión de esperarla una vez mas…
-          Babo…¿Por qué sigues esperando por mí en el mismo lugar?
Su voz, se escuchaba tan cerca y cálida como siempre. Aquellas mejillas tiznadas de un rosa pálido seguían igual que siempre, sus labios delgados que siempre lo invitaban a besarlos y aquella sonrisa tímida, todo era igual que siempre
-          Estas aquí – la estrechaba con fuerza – Has vuelto…
-          Oppa…¿Por qué te dañas de esta manera? No lo hagas por favor – con voz suave – Debes olvidarme, esto no te hace bien…
-          No puedo, no puedo olvidarte, no quiero – se aferra a ella – Te dije que jamás te olvidaría y cumpliré mi promesa
-          Pero oppa…
-          Jamás, jamás te olvidaré, no me lo pidas por favor, porque no puedo hacerlo…
-          No te sigas torturando de esta manera, sabes que no volveré y aun así esperas por mí sentado en el mismo banco todos los días a esperar ver el atardecer…babo…no volveré, ¿por qué no quieres aceptarlo? No te mientas más oppa…
-          Nunca perderé la esperanza de verte una vez más sonreír a mi lado – sonreía entre lágrimas – Ni aunque pasen años olvidaré todas las sensaciones y emociones que tuve junto a ti, me enseñaste a amar y a ser amado, a dar amor y recibirlo, me mostraste el gran refugio que era tu pecho y esos labios que me calmaban cuando estaba nervioso, cuando mordías el labio nerviosa, cuando mirabas a otro lado avergonzada o tartamudeabas cuando estaba demasiado cerca de ti, eso es algo de lo que no puedo deshacerme porque lo llevo conmigo, junto a mi corazón y la única forma de que se esfume es arrancándomelo del pecho
-          Intenta ser feliz oppa, por favor
-          Ahora ya lo soy ¿sabes por qué? Porque ahora te tengo entre mis brazos una vez más y a partir de este momento no te dejaré ir de nuevo

miércoles, 25 de julio de 2012

Naega Michyeogayo (Me estoy volviendo loco) - Capítulo 38


Debía haber aparecido una sonrisa en mi rostro cuando el doctor me confirmó que mi prometida estaba fuera de todo peligro y por suerte Kim no había llegado más lejos; pero había algo que me impedía hacerlo, aun seguía angustiado y no sabía porque era (*revuelve sus cabellos*) ¿Quizás era un presentimiento? ¿Acaso iba a pasar algo malo? No lo sabía, de verdad que no lo sabía, solo hacía leer y releer aquellos papeles blanquecinos que sostenía en sus manos: “abuso sexual”, “contusiones en piernas, muslos, brazos, abdomen y cuello”, “pequeña herida superficial en su labio inferior”, “rótula dañada”, “costillas fracturadas”…(*suspira*) Me sentía tan impotente, podía haber evitado todo aquello sino la hubiera dejado marcharse, debía haberla retenido pero no lo hice y ahora por mi culpa estaba así; si solo no me hubiera olvidado del compromiso ahora todo estaría bien. No tendría que aguantarme las ganas de llorar al ver su brazo izquierdo escayolado y las pocas fuerzas que tenía para poder andar, necesitaba de una silla de ruedas para moverse; y su piel, su piel estaba completamente arañada y amoratada, se quejaba si la tocabas levemente, me daba miedo hasta besarla o abrazarla por temor a dañarla. Sumándole todos los medicamentos que debía tomar a lo largo del día, nuestra casa parecía más una farmacia que un hogar. Se veía demasiado débil y delicada acostada en la cama de la habitación, y yo no podía hacer nada para remediar aquello
En las mañanas mi hermana iba a cuidar de Jia y de ella hasta que llegara yo en la noche para relevarla. Quería estar con ellas, me sentía mal por no poder estar a su lado cuidándolas pero el juicio me tenía completamente absorto, me pasaba las mañanas y las tardes metido en la estación de policía, en el juzgado o en el hospital, incluso había días que debía pedirle ayuda a mis padres porque tenía que pasar fuera todo el día, debía recoger todas las pruebas posibles para meter a ese idiota en la cárcel, tenía que pagar por todo lo que le había hecho a mi familia

- ¿Hyung? ¿Hyung estás ahí? – repetía Daesung desde la otra línea –
- Si perdona Dae, estaba sumido en mis pensamientos 
- No te preocupes hyung, entonces ¿no está embarazada? – preguntaba angustiado –
- No por suerte solo fue una falsa alarma, los vómitos y mareos fueron provocados por el tiempo que estuvo sin comer y dormir además de que la humedad de la cueva y la poca luz afectaron a su cuerpo
- Oh entiendo…- quedándose callado por unos segundos - ¿Hoy dormirás aquí? 
- No hoy no, hoy iré a casa, el inspector me dijo que se encargaría de los papeles que faltaban – algo aliviado – solo necesitamos unos testimonios más y ya estará todo listo para el juicio
- ¿Ya se sabe la fecha? 
- Si, será dentro de dos semanas – con algo de pena – Justo el día de nuestro aniversario…

Justo ese día se celebraría el juicio contra Kim ¿aún podían ir las cosas a peor? Subí el volumen de la música al máximo, si seguía así mis oídos sangrarían. Me sentía nervioso y encima aquel mal presentimiento no se marchaba de mi cabeza, rondaba mis ideas una y otra vez, solo esperaba que no le haya pasado nada ni a Jia ni a mi novia. Cuando llegué a la casa las luces estaban apagadas, era extraño, Dami siempre esperaba hasta que llegara él y luego se marchaba (*inquieto*) Cálmate Ji Yong, quizás solo se fue un poco antes porque debía hacer algún recado. Subí rápido los escalones y abrí la puerta con nervios, las llaves temblaban en mis dedos, al entrar a la casa una luz roja se encendió en mi cabeza, como si de una alarma se tratara (*arruga su nariz*), sabía que algo iba mal

- ¿Amor? ¿Jia? – cerrando la puerta - ¿Dónde estáis? – dejando sus cosas en la entrada –
Todo estaba en silencio. Algo nervioso fui hasta la cocina buscando alguna nota de mi hermana que me dijera que se había marchado antes, quizás tuviera una buena excusa pero por más que miraba no encontraba ningún papel escrito (*suspira*) 
- Appa, appa – se acercaba gateando la pequeña hasta su padre – Appa, appa – no paraba de llorar mientras abría sus manos para que la tomara –
- ¿Muñequita que pasa? – preocupado la carga - ¿Por qué lloras? – acariciaba su rostro -
- Appa, appa!! – lloraba cada vez más – 
- ¿Muñequita que te pasa? ¿Acaso estas enferma? – tocando su frente – No tienes fiebre…- pensativo - ¿Tuviste una pesadilla princesa? ¿Es eso?
- Appa ~!! – negaba con su pequeña cabeza –
- ¿Entonces qué es? Jia, dile a appa que te pasa no logro comprenderte – le secaba las lágrimas -
- Omma, omma!! 
- ¿Omma? ¿Qué pasa con omma? – latiendo su corazón rápido - ¿Jia qué le pasa a omma? ¡¡Muñequita!! – desesperado -
- Omma, omma!! – señalaba el pasillo mientras seguía llorando – Apa, Apa!!
- ¡¿Apa?!

Juraba que sentía como si hubieran detenido el tiempo en aquel preciso instante. En la cocina retumbaba solo el latido acelerado de mi corazón y mi respiración agitada junto al llanto de Jia. La abrazé fuerte contra mí y eché a correr hasta las habitaciones, no sabía dónde se encontraba, mi hija no podía parar de llorar eso me ponía más nervioso de lo que ya lo estaba. Abría y abría las puertas de toda la casa y no la encontraba, me estaba poniendo histérico, me recordó a aquella vez en la cueva cuando Kim la tenía; era exactamente la misma sensación: angustia, dolor, desespero, miedo…

- ¡¡Amor!! ¡¡Amor que te pasa!! – dejando a Jia en su cuna y corriendo hasta ella que estaba inconsciente en el suelo de la habitación - ¡¡Amor respóndeme!! ¡¡Amor!! – estrechándola entre sus brazos – ¿Mi vida que tienes? Amor por favor abre los ojos – revisándola - Por favor, por favor, por favor....- estallando en llanto - ¡¡Amor!!

martes, 24 de julio de 2012

Day by Day - Oneshot


L a lluvia brotaba con fuerza del cielo encapotado mientras las nubes oscurecían el firmamento aquella noche de invierno. Las calles húmedas y silenciosas guardaban cierto tono de tristeza en aquella fecha especial algo olvidada por el tiempo. Los pasos apresurados de las personas se hacían presentes en la vía principal, corrían de un lado a otro buscando un refugio para huir de aquellos pequeños cristales que inundaban la acera y evitar que su ropa ahora arrugada no se humedeciera. Llevaba vagando por la ciudad unas horas, quizás dos o tres, no podía saber con certeza el tiempo que perdió corriendo calle abajo ya que su reloj de pulsera paró sus manecillas al caer al suelo en su huída. Había olvidado el motivo de aquella visita sorpresa, hasta deseaba olvidar su propio nombre pero aquel sentimiento seguía tallado en lo hondo de su corazón, y a pesar de no querer recordarlo aquel órgano desgajado mostraba las imágenes en su mente una y otra vez como una película antigua. Dejó caer su cuerpo en aquel incómodo banco de la estación de tren, echándose a llorar ahora que tenía ocasión de estar sola, aquel era único lugar que tenía para ocultarse de todo y de todos, de la vergüenza y de la misma lluvia, allí nadie la buscaría, estaba segura de que sería uno de los últimos lugares de una gran lista a los que nunca se dirigirían

Desde el primer momento supo que aquel paso que daría no estaría bien, que sería un paso en falso y con claras consecuencias, apresuraba los hechos para no perderse nada de aquella relación antes de que él desapareciera como el frío viento en una noche de invierno, pero esta vez los acontecimientos fueron más rápidos y antes de que se diera cuenta aquella persona ya había jugado sus cartas y junto con su alma gemela se desaparecieron ambos. Nunca estuvo en su lista de actividades ni de locuras por amor hacer un viaje tan largo pero quizás quería afrontar la realidad y demostrarle a su corazón que todas sus esperanzas eran nulas desde hacía ya unas semanas. Parecía absurdo para una persona como ella arreglarse en aquellas circunstancias pero aun así aquella fe en su corazón seguía sin desaparecer, quizás por miedo o por buscar una manera desesperada de aferrarse a él, a fin de cuentas quería que por lo menos se llevara una última imagen de ella. La chaqueta negra de plumas rodeo su cintura con un pequeño cinto a juego bajo su pecho, unos zapatos de charol para no mojarse sus pequeñas piernas y una sombrilla oculta en su bolso de mano. Su estado de ánimo era indescriptible, se amontaban los sentimientos en su cabeza como restos de cenizas, grano a grano formaban un muro que no la dejaban verlas cosas con la claridad suficiente para darse cuenta de lo que realmente estaba pasando

Cayó en un pequeño charco al intentar saltar la valla de la parte trasera del edificio, mojando un poco las esquinas de su abrigo oscuro, la situación se asemejaba  a la de una ladrona en busca de alguna joya valiosa, cuando en realidad lo que pretendía era colarse en aquel sitio para verlo a él, nada más que a él; además, entrar desde allí le permitía una serie de ventajas por si se encontraba con una situación incómoda,  prefería no ser vista, y más sabiendo lo ridícula que se veía cuando lloraba; y aquella verja era su método de escape más rápido. Un empujón y se coló por una ventana cercana. Allí estaba él, justo como la última vez que lo vio, vestido de traje y con aquella sonrisa tan encantadora y deslumbrante. Detrás de aquel sillón tenía una vista completa de aquella recepción. Un anciano, una jovencita y él, todos elegantemente vestidos hablaban en aquel lugar. El señor apoyaba su mano en el hombro del chico mientras ella presentaba un claro rubor en sus mejillas, una chica coreana, debió de suponerlo, a fin de cuentas era el protocolo de aquel país, coreanos con coreanos, estaba claro que allí no había lugar para las extranjeras como ella y aquel pequeño y simple detalle comenzaba a dañarla de una forma exagerada

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis…Poco a poco rodaban las lágrimas por sus mejillas tiznadas de negro por culpa de aquel delineado en sus grandes ojos achocolatados. Tomados de la mano aquella supuesta pareja se miraban ambos el uno al otro, creía verlo sonreír o por lo menos eso imaginaba su mente ya que solo alcanzaba a observar su espalda. En aquel punto solo tenía dos ideas rondando su cabeza, darle un futuro como se merecería y alejarse en silencio o luchar en vano por algo que jamás aceptaría la sociedad, porque a fin de cuentas, aquella persona que una vez la advirtió hoy había cumplido su promesa de alejarlo de ella y buscarle una esposa digna para él. Se sentía inútil por haber fallado en sus intentos de cambiar el destino y proteger lo que parecía una relación a largo plazo, y en sueños, quizás infinita; aún así,  a pesar de que sabía que sus manos eran demasiado pequeñas como para manejarlo nunca perdió la esperanza de poder verse feliz a su lado, pero ahora todo había cambiado, las manecillas jugaban en su contra no a su favor. A lo lejos se escuchaban unos gritos llamándola pero su corazón tapó sus oídos para no escucharlo más. Sus zapatos la llevaban calle abajo casi deslizándose por el asfalto negro, sus pasos ya no se percibían, había abandonado su intento de seguirla y eso apaciguaba su corazón, quizás aquella huída le haría más fácil el olvido al no ser retenida. “No me dejes” decían mientras abrazaban su cintura por la espalda de improvisto, “No te alejes de mí, por favor”, “Es todo una mentira”, “Te necesito”. Mezcladas con la llovizna sus lágrimas se secaban a pesar de la humedad del clima y el frío que desprendían aquellos brazos que no soltaban su cuerpo ¿Creer o no creer? ¿Seguir al corazón o a la razón? ¿Huir o afrontar la realidad? ¿La felicidad propia o la ajena?

“El final del amor es negro como un túnel, estoy muy asustada porque no puedo ver el camino; Como un desierto carmesí golpeado por el sol o como una persona sedienta suplicando; bésame cariño, rápido, antes de que la noche termine, día a día”

“Las lágrimas comienzan a caer otra vez, con el recuerdo de que te vas, dime que regresarás y que nuestro amor durará para siempre”

What Can I Do? - Capítulo 9


-       -          Elette – quedándose a pocos centímetros de su rostro - ¿Te encuentras bien? Desde que salimos del orfanato estas muy callada – parándose enfrente de ella -
-          Mmm? Si claro! – fingiendo un sonrisa – No te preocupes, estoy bien – rodeando su cuello con sus delgados brazos para besar su mejilla –
-          ¿A dónde iremos ahora? – retomando su paso mientras observaba felizmente como en frente de la calle unos niños jugaban a la pelota –
-          ¿Qué te gustaría hacer? – entrelazando sus dedos que tiritaban por el frío para buscar algo de calor en aquellas manos conocidas –
-          No lo sé – con un claro tono de tristeza – No se me ocurre nada – jugando con el vapor que salía de sus labios –
-          Ash…- mirando los escaparates que aparecían a su lado -  A mi tampoco se me ocurre nada – fijando su vista en una pequeña planta que florecía entre las losetas del suelo - ¡¡Eso es!!
-          ¿Qué pasa? – tapando su boca algo impresionada –
-          ¡¡Vamos!! Sé a dónde ir – echando a correr tomadas de la mano -
-          ¡¡Elette espera!! ¡¡Elette ~!! – se quejaba más atrás de ella haciendo pucheros y pequeños berrinches por el aceleramiento apresurado de su caminar –

      Sus botas de plástico se manchaban de tierra mientras sus pies no paraban de correr por las baldosas mojadas de la calle esquivando a las personas que concurrían la calle principal. Elette sabía bien a donde ir, hacía muchos años que no visitaban aquel lugar juntas. Habían pasado 6 inviernos cuando se encontraron por primera vez. En aquella estación tan fría su madre soltera las había llevado a ella y a su hermana menor a visitar unas montañas cercanas para que pudieran disfrutar de la nieve blanca que adornaba sus grandes laderas. Esa mañana se habían levantando muy temprano, mientras su madre preparaba rica comida ella ponía su abrigo de plumas a su hermanita y cubría su cuello con una linda bufanda rosa, el color preferido de la menor.  A solo sus 11 años de edad, Elette ya era una niña muy activa, tomando entre sus pequeños brazos a su hermana bajaba hasta la cocina donde su madre le ofrecía chocolate caliente para matar aquel frio matutino

-          A la de tres: una, dos, ¡tres! – destapaba los pequeños ojos negros de su hija que se volvían iluminados al ver aquella escharcha blanquecina bajo sus botas de agua –
-          ¡¡Nieve!! ¡¡Nieve, nieve!! – rodaba feliz por el suelo mientras su hermana pequeña gateaba hasta su lado - ¡¡Nerea mira!!  ¡¡Es nieve!!
   
      Aunque quizás su mente no quería remover recuerdos pasados, la mente de Ari también guardaba en algún lugar aquel encuentro. Su madre la despertó aquel diciembre con un beso en su frente, las vacaciones de navidades habían llegado tan rápidas para la pequeña, desde hacía meses que contaba los días en un pequeño almanaque de ositos que tenía en su mesita de noche, a pesar de ser una preadolescente su mente aun era algo infantil y esperaba con emoción aquel día de nochebuena. Jamás había conocido la nieve, siempre enfermaba cuando el frio llegaba a aquel barrio, encerrada en su habitación solo podía observar los copos caer en el jardín verde de su casa. Si verde, aun la vida reinaba aquel lugar, aun podía llamarse a aquel sitio “hogar”

-          ¡! Papi, papi, papi!! – dabas saltitos feliz en la cama de matrimonio de sus padres - ¡¡Papi  hoy es el día!! ¡¡Es hoy, es hoy!! – chillaba -
-          ¿El día? ¿Qué día? – le tiraba cojines mientras rodaba hacia el otro lado de la cama intentando dormir –
-          Papi…- cayendo de rodillas entre las sábanas - ¿No sabes qué día es hoy? – comenzaba a avecinarse el llanto –
-          Será que es el día…¡¡En el que el lobo se comió a caperucita!! – saltando de la cama –
-          Ahhhhhhh!! Lobo!! Ahhhhh!! Mami, mami, papi es el lobo!!! – corría sin parar de reír por toda la casa – ¡¡Mami el lobo malo me quiere comer!! – escondiéndose detrás de los pies de su madre - ¡¡Lobo malo, lobo malo!!

      Ari iba con su carita pegada al cristal del auto mientras su sonrisa crecía aun más a medida que asomaban aquellas montañas por el horizonte. Escondida en su chaqueta roja traía un pequeño bote para guardar un poco de nieve en su interior y así poder colocarla debajo del árbol de navidad para que Papá Noel se lo llevara esa noche como regalo. Sus pies se enterraron en aquel hielo blando en el que se hundía por su propio peso, los árboles lucían aquel manto blanquecino con esplendor mientras las flores se escondían debajo de él para florecer en la siguiente estación; los pájaros cantaban por encima de su cabeza cruzando el cielo de un lado a otro, sin duda aquel día sería el más feliz de su vida
Su pantalón se humedecía a cada segundo. Allí sentaba se había olvidado de todo, sus papás paseaban tomados de la mano así que ella hecho a correr por todos lados tomando trozos de escarcha brillantes para adornar su bote, sin darse cuenta se había alejado de la mirada de los mayores, sus ojos juguetones recorrían aquel lugar extraño, solo veía blanco y más blanco

-          ¿Mami? ¿Papi? – caminaba con dificultad por la nieve - ¡¡Mami, Papi!! ¿¡Dónde estáis?! ¡¡Mami ~!! – helada por el frío se refugia debajo de un árbol centenario que la cubre con su gran copa - ¡¡Papi ~!! – secando con la manga de su chaqueta las lágrimas que mojaban su rostro –
-          ¿Por qué lloras? – decía una niña un poco mayor que ella sentándose a su lado – ¿Estas triste?
-          Me he perdido y no encuentro a mis papis – castañeaban sus dientes – Quiero irme a mi casa
-          ¡¡Pero es navidad!! Juguemos un rato con la nieve luego buscaremos a tus papis ¿si?
-          ¡¡No quiero!! ¡¡Quiero a mis papis!! – estampaba pequeños trozos de nieve en su cara –
-          ¡¡Eres tonta!! ¡¡Solo quería ayudarte!! – haciendo una bolita entre sus manos - ¡¡Tonta!!
-          ¡¡Boba!! – tirando de su bufanda azulada –
-          ¡¡Tonta!! – rompiendo el bote de cristal que sostenía la pequeña en sus manos congeladas -
-          ¡¡Boba!! – chillaba entre lágrimas - ¡¡Eres una estúpida, rompiste mi regalo!!
-          ¡¡Ariadna!! – se acercaba una voz varonil hasta las dos niñas - ¡¡Ven aquí ahora mismo!! – su enojo se captaba desde tan lejos que se encontraba ella –
-          ¡¡Papi ~!! – corría veloz la pequeña hasta los brazos de su padre -

      Algunas cosas que empiezan mal pueden tener un final feliz. A pesar de que la guerra de bolitas de nieve las había hecho enemigas por un momento con el paso del tiempo, cuando se reencontrasen de nuevo los juegos de niñas pequeñas quedarían en el pasado y se forjaría una linda amistad como la que mantenían ahora. Aunque Elette reconocía que había sido algo brusca con su pequeña amiga en el pasado, agradecía aquel incidente y daba gracias todos los días por permitirle estar a su lado cuidándola cuando nadie más lo hacía, secando sus lágrimas cuando los niños se metían con ella o riendo cuando patinaban juntas y una de las dos acababa tirada en el suelo de la pista

I'm Back! *-*


Anneyong ~!! ¿Cómo estáis? Actualizaré mi blog de nuevo, siento haber tardado tanto pero mis examenes acabaron hace poco. En unos minutos empezaré a subir capítulos nuevos, oneshots y mini stories. Me alegro de volver ~~!! Os echaba de menos!! ^^

Hello ~!! How are U? I will update my blog again, sorry for the lateness but recently finished my exams. Within minutes I start up new chapters, oneshots and mini stories. I'm glad to back~~!! I missed U!! ^^