Música de fondo para leer el texto ~~ [[http://www.youtube.com/watch?v=RaKEqIx3r48]] ~~
El atardecer comenzaba a apagarse con lentitud. El horizonte
estaba decorado con pequeñas manchas negras que volaban de un lado al otro en
la lejanía, el océano se tornaba amarillento debajo de aquel astro anaranjado
que despedía otro día triste y melancólico. Hacía ya un año que ella ya no
estaba a su lado, que ya no tomaba su mano o besaba sus labios al despertar ¿Su
motivo? La dejo marchar por ganarse la felicidad de su amor a costa de
sacrificar el suyo. Allí sentado en aquel banco que una vez compartieron para
contar las estrellas bajo el firmamento azulado, se encontraba él, como todos
los atardeceres de aquellos meses pasados. A las 8 se vestía con prendas
delicadamente elegidas, llenaba su cuello de la fragancia favorita de ella y
bajaba corriendo hasta el paseo marítimo, sentándose en aquel trozo de madera a
esperarla. Aunque ya sabía que no aparecería, él la seguía esperando día a día,
preparándose mentalmente a cada hora para imaginar que algún momento ella
estaría delante de sus ojos y le sonreiría como siempre. Suspiró ¿A quién se
suponía que quería engañar bajo aquella mascara sonriente? Bajo aquella fachada
él se derrumbaba con los minutos ¿estaba bien? Bueno, eso le decía a sus amigos
quizás por intentar convencerse de que estaba feliz y ver la vida más
positivamente aunque en el fondo sabía que eso no era cierto, era solo otra
estúpida mentira para pasar el día sin preocupaciones. La rutina comenzaba a
convertirse en locura, todos los días después de trabajar hacía siempre lo
mismo, llegar a su departamento, ducharse, arreglarse y bajar hasta aquel banco
y esperar hasta quela noche llegara para así irse a la cama con lágrimas en los
ojos, dando el día por finalizado para que a la mañana siguiente se repitiera
aquel círculo en el que vivía preso. Hoy su rutina había sido rota y eso lo
dañaban, habían interferido en lo que era un ciclo vital para él. Sus
compañeros de trabajo lo habían arrastrado hasta un café cercano a la empresa
para despejarse del supuesto estrés, una parte de él quería ir pero otra se
negaba. En contra de todos sus pensamientos fue, ya que simplemente serían unos
minutos que se tornaron horas, dando su reloj de pulsera las 7 de la tarde.
Apresurado se despedía de sus amigos que no lo dejaban marchar, la rabia
afloraba en las capas más bajas de su corazón, tenía que ir a ver el atardecer
como todos los días y casi ya era la
hora indicada. Las luces de la calle comenzaban a encenderse y él aun estaba
luchando por escapar de aquel lugar que a fuerzas abandono. Sus piernas corrían
sin parar, llegaba tarde, llegaba tarde a aquella cita cotidiana a la que debía
asistir y no podía perder, ya que quizás hoy sería el día indicado en el que
ella volvería, porque…¿Ella vendría verdad? Si, claro que sí, ella vendría hoy.
Tropezando con la gente y cayendo al suelo en varias ocasiones casi llegaba a
la avenida marítima, solo estaba a unos pasos más, ahí estaba aquel banco
solitario que lo acompañaba todos los días, aguardándolo en el mismo estado,
viejo y vacio; solo que esta vez estaba adornado por el brillo de las
estrellas. Nunca llegó a ver el atardecer aquel día. Las lágrimas rodaban por
sus pómulos como un pequeño riachuelo, le dañaba haberse perdido aquel momento
tan importante para él, sentía que su corazón pesaba demasiado y dolía, como
podía haber sido capaz de perdérselo, solo un idiota podía perder aquella
ocasión de esperarla una vez mas…
-
Babo…¿Por qué sigues esperando por mí en el
mismo lugar?
Su voz, se escuchaba tan cerca y cálida como siempre.
Aquellas mejillas tiznadas de un rosa pálido seguían igual que siempre, sus
labios delgados que siempre lo invitaban a besarlos y aquella sonrisa tímida,
todo era igual que siempre
-
Estas aquí – la estrechaba con fuerza – Has
vuelto…
-
Oppa…¿Por qué te dañas de esta manera? No lo
hagas por favor – con voz suave – Debes olvidarme, esto no te hace bien…
-
No puedo, no puedo olvidarte, no quiero – se
aferra a ella – Te dije que jamás te olvidaría y cumpliré mi promesa
-
Pero oppa…
-
Jamás, jamás te olvidaré, no me lo pidas por
favor, porque no puedo hacerlo…
-
No te sigas torturando de esta manera, sabes que
no volveré y aun así esperas por mí sentado en el mismo banco todos los días a
esperar ver el atardecer…babo…no volveré, ¿por qué no quieres aceptarlo? No te
mientas más oppa…
-
Nunca perderé la esperanza de verte una vez más
sonreír a mi lado – sonreía entre lágrimas – Ni aunque pasen años olvidaré
todas las sensaciones y emociones que tuve junto a ti, me enseñaste a amar y a
ser amado, a dar amor y recibirlo, me mostraste el gran refugio que era tu
pecho y esos labios que me calmaban cuando estaba nervioso, cuando mordías el
labio nerviosa, cuando mirabas a otro lado avergonzada o tartamudeabas cuando
estaba demasiado cerca de ti, eso es algo de lo que no puedo deshacerme porque
lo llevo conmigo, junto a mi corazón y la única forma de que se esfume es
arrancándomelo del pecho
-
Intenta ser feliz oppa, por favor
-
Ahora ya lo soy ¿sabes por qué? Porque ahora te
tengo entre mis brazos una vez más y a partir de este momento no te dejaré ir
de nuevo
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