L a lluvia brotaba con fuerza del cielo encapotado mientras
las nubes oscurecían el firmamento aquella noche de invierno. Las calles
húmedas y silenciosas guardaban cierto tono de tristeza en aquella fecha
especial algo olvidada por el tiempo. Los pasos apresurados de las personas se
hacían presentes en la vía principal, corrían de un lado a otro buscando un
refugio para huir de aquellos pequeños cristales que inundaban la acera y evitar
que su ropa ahora arrugada no se humedeciera. Llevaba vagando por la ciudad
unas horas, quizás dos o tres, no podía saber con certeza el tiempo que perdió
corriendo calle abajo ya que su reloj de pulsera paró sus manecillas al caer al
suelo en su huída. Había olvidado el motivo de aquella visita sorpresa, hasta
deseaba olvidar su propio nombre pero aquel sentimiento seguía tallado en lo
hondo de su corazón, y a pesar de no querer recordarlo aquel órgano desgajado
mostraba las imágenes en su mente una y otra vez como una película antigua.
Dejó caer su cuerpo en aquel incómodo banco de la estación de tren, echándose a
llorar ahora que tenía ocasión de estar sola, aquel era único lugar que tenía
para ocultarse de todo y de todos, de la vergüenza y de la misma lluvia, allí nadie
la buscaría, estaba segura de que sería uno de los últimos lugares de una gran
lista a los que nunca se dirigirían
Desde el primer momento supo que aquel paso que daría no
estaría bien, que sería un paso en falso y con claras consecuencias, apresuraba
los hechos para no perderse nada de aquella relación antes de que él
desapareciera como el frío viento en una noche de invierno, pero esta vez los
acontecimientos fueron más rápidos y antes de que se diera cuenta aquella
persona ya había jugado sus cartas y junto con su alma gemela se desaparecieron
ambos. Nunca estuvo en su lista de actividades ni de locuras por amor hacer un
viaje tan largo pero quizás quería afrontar la realidad y demostrarle a su
corazón que todas sus esperanzas eran nulas desde hacía ya unas semanas.
Parecía absurdo para una persona como ella arreglarse en aquellas
circunstancias pero aun así aquella fe en su corazón seguía sin desaparecer,
quizás por miedo o por buscar una manera desesperada de aferrarse a él, a fin
de cuentas quería que por lo menos se llevara una última imagen de ella. La
chaqueta negra de plumas rodeo su cintura con un pequeño cinto a juego bajo su
pecho, unos zapatos de charol para no mojarse sus pequeñas piernas y una
sombrilla oculta en su bolso de mano. Su estado de ánimo era indescriptible, se
amontaban los sentimientos en su cabeza como restos de cenizas, grano a grano
formaban un muro que no la dejaban verlas cosas con la claridad suficiente para
darse cuenta de lo que realmente estaba pasando
Cayó en un pequeño charco al intentar saltar la valla de la
parte trasera del edificio, mojando un poco las esquinas de su abrigo oscuro,
la situación se asemejaba a la de una
ladrona en busca de alguna joya valiosa, cuando en realidad lo que pretendía
era colarse en aquel sitio para verlo a él, nada más que a él; además, entrar
desde allí le permitía una serie de ventajas por si se encontraba con una
situación incómoda, prefería no ser
vista, y más sabiendo lo ridícula que se veía cuando lloraba; y aquella verja
era su método de escape más rápido. Un empujón y se coló por una ventana
cercana. Allí estaba él, justo como la última vez que lo vio, vestido de traje
y con aquella sonrisa tan encantadora y deslumbrante. Detrás de aquel sillón
tenía una vista completa de aquella recepción. Un anciano, una jovencita y él,
todos elegantemente vestidos hablaban en aquel lugar. El señor apoyaba su mano
en el hombro del chico mientras ella presentaba un claro rubor en sus mejillas,
una chica coreana, debió de suponerlo, a fin de cuentas era el protocolo de
aquel país, coreanos con coreanos, estaba claro que allí no había lugar para
las extranjeras como ella y aquel pequeño y simple detalle comenzaba a dañarla
de una forma exagerada
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis…Poco a poco rodaban las
lágrimas por sus mejillas tiznadas de negro por culpa de aquel delineado en sus
grandes ojos achocolatados. Tomados de la mano aquella supuesta pareja se
miraban ambos el uno al otro, creía verlo sonreír o por lo menos eso imaginaba
su mente ya que solo alcanzaba a observar su espalda. En aquel punto solo tenía
dos ideas rondando su cabeza, darle un futuro como se merecería y alejarse en
silencio o luchar en vano por algo que jamás aceptaría la sociedad, porque a
fin de cuentas, aquella persona que una vez la advirtió hoy había cumplido su
promesa de alejarlo de ella y buscarle una esposa digna para él. Se sentía
inútil por haber fallado en sus intentos de cambiar el destino y proteger lo
que parecía una relación a largo plazo, y en sueños, quizás infinita; aún así, a pesar de que sabía que sus manos eran
demasiado pequeñas como para manejarlo nunca perdió la esperanza de poder verse
feliz a su lado, pero ahora todo había cambiado, las manecillas jugaban en su
contra no a su favor. A lo lejos se escuchaban unos gritos llamándola pero su
corazón tapó sus oídos para no escucharlo más. Sus zapatos la llevaban calle
abajo casi deslizándose por el asfalto negro, sus pasos ya no se percibían,
había abandonado su intento de seguirla y eso apaciguaba su corazón, quizás
aquella huída le haría más fácil el olvido al no ser retenida. “No me dejes”
decían mientras abrazaban su cintura por la espalda de improvisto, “No te
alejes de mí, por favor”, “Es todo una mentira”, “Te necesito”. Mezcladas con
la llovizna sus lágrimas se secaban a pesar de la humedad del clima y el frío
que desprendían aquellos brazos que no soltaban su cuerpo ¿Creer o no creer?
¿Seguir al corazón o a la razón? ¿Huir o afrontar la realidad? ¿La felicidad
propia o la ajena?
“El final del amor es negro como un túnel, estoy muy
asustada porque no puedo ver el camino; Como un desierto carmesí golpeado por
el sol o como una persona sedienta suplicando; bésame cariño, rápido, antes de
que la noche termine, día a día”
“Las lágrimas comienzan a caer otra vez, con el recuerdo de
que te vas, dime que regresarás y que nuestro amor durará para siempre”
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