La noche paso extrañamente lenta. Miraba el paisaje boscoso
desde la alcoba de su ventana, su hyung había salido en la noche a cazar así
que no tenía que sentarse a esperarlo, sabía por costumbre que llegaría al
amanecer, justo cuando el sol empezara a asomar por el horizonte. Ji Yong desconocía en que lío se había metido, si
Absidian había muerto como él había dicho, Ivory no descansaría hasta que él y
Haeri estuvieran bajo tierra
El clan de los
Ventrue era una raza de sangre azul, o por lo menos ellos se definían así, si
se les situara en la época medieval
serían una especie de corte o nobleza; gente con poder. Eran seres muy
refinados, con grandes modales,
extremadamente delicados a la luz del sol, un vampiro normal podía mantenerse
como máximo 2 segundos frente al sol antes de convertirse en cenizas, pero los Ventrue
apenas en 1 segundo ya estaban desintegrados; aristócratas sin dudarlo, como
las antiguas tribus mantenían el poder en un rey elegido por los súbditos, pero
si este incumplía las normas del clan, era rápidamente asesinado por sus
séquitos; lo único que no tenía límites para ellos era su sed insaciable, eran
completamente despiadados a la hora de buscar sangre humana con la que
alimentarse, no reparaban en la edad de la víctima, simplemente se dejaban
llevar por sus instintos asesinos y mataban a aquel que se les interpusiera en
su camino con tal de alimentarse; y a la hora de la lucha, simplemente era
mejor no encontrarse con uno de ellos. El clan de los Hunters se pasaban los
años formándose para la gran batalla, la que en este caso acababa de
desencadenar la muerte de Absidian. Los grandes señores del consejo no
tardarían en reunirse y declarar la guerra a su clan por la muerte de uno de
los suyos, y aún más cuando se dieran cuenta de que ahora Ji Yong no estaba
solo, sino que pertenecía a los Hunters, su eterno rival, pero eso era otra
historia aparte. No podía asegurar cuanto tiempo tardaría aquel proceso, puede
que días, semanas, meses o incluso años, pero estaba seguro de algo, tarde o
temprano llegaría el momento
El reloj de cuco de la pared marcaba las 6 de la mañana,
hora del entrenamiento. Se bajo con rapidez de la alcoba y se puso sus botas,
hoy sin duda sería un día monótono y agotador; seguir a su hyung casi las 24
horas del día no era un plan muy animado para Deuk
-
¿Ya es hora de ir a entrenar? – decía Don apareciendo
de la nada, recostándose en su cama – Mi espalda…- se quejaba -
-
Si, hoy nos toca entrenamiento en el sur –
sonreía mientras miraba a su hermano -
-
¿Trabajaréis la resistencia? – poniéndose sobre
sus codos – Es una pena perderse ese espectáculo
-
Tú y tus bromas – guardaba algunas cosas en su
mochila – hyung, recuerda que debes cuidar de Haeri mientras Ji Yong y yo
estamos en el entrenamiento
-
En mi otra vida tuve que ser un ladrón para
recibir tal castigo – tapaba su rostro con sus manos – Lo sé, lo sé, no hace
falta que me recuerdes que debo estar de niñera de la chica humana – bufaba -
-
Ya debo irme hyung, nos vemos luego –
atravesando la habitación con rapidez y sigilo –
-
Deuk – lo llamaba su hermano –
-
¿Si hyung? – retrocediendo unos pasos –
-
No te enamores de ella -observándolo con
detenimiento –
-
No lo haré hyung – cerrando la puerta a su
espalda – Oh! Ji Yong! – sorprendido – Pensé que dormías aún
-
Estoy despierto desde anoche, recuerda que
nosotros no dormidos – escondiendo sus manos en su abrigo –
-
Cierto – avergonzado – Bueno, ¿estás listo para
empezar con el “entrenamiento”? – poniendo entre comillas la última palabra –
-
Listo – respondía con firmeza –
…
¿Hasta qué hora dormiría la humana? ¿Hasta las nueve? ¿O
quizás sería una de esas chicas perezosas que descansaba hasta altas horas del
día? La noche anterior había saciado su sed así que no tenía porque preocuparse
de nada, además, él era un vampiro formado, Don ya había pasado el
entrenamiento y estaba listo para ser un guerrero. La sangre de los humanos no
lo intimidaba, lo habían enseñado a contenerse las ganas de matar desde hacía
tiempo pero aun así fue a cazar, no quería arriesgarse a una situación
comprometedora. La llave giró lentamente en el agujero de metal, abriéndose con
lentitud la puerta que unía las dos habitaciones, Haeri aun dormía así que se
recostó en uno de los sillones que adornaban la habitación y se puso a mirar
fijamente el techo de la sala hasta que despertara ¿Cuánto había pasado? ¿Un
mes? ¿Dos meses? Hacía mucho que Lilith no aparecía por la fortaleza, no había
tenido noticias de ella en varias semanas, le preocupaba que su amiga pudiera
estar en algún aprieto, aunque sabía que ella era una vampira que no se metía
en asuntos de otras personas, más bien era de las que preferían mantenerse al
margen y no opinar. Aún no había podido hablar correctamente con Deuk sobre Ji
Yong y la historia que había detrás, Lilith les había pedido que lo ayudara,
era extraño en ella, muy extraño en una chica con un temperamento como él de
ella, a veces era bastante fría y despiadada pero Don mejor que nadie sabía que
aquello era simplemente una apariencia más para ocultar lo que realmente era
-
Buenos Días – lo miraba sentada desde la cama -
¿Llevas mucho esperando? – bostezando-
-
Acabo de llegar – sin dirigirle la mirada –
Levántate, es hora de desayunar – incorporándose algo dolorido del mueble –
-
¿Estas bien? Tienes mala cara – tono preocupado-
¿Necesitas algo?
-
Solo levántate y vístete, te espero fuera –
desvaneciéndose – No tardes
El eco resonó en aquellas paredes de piedra envejecida, la
humana aparecía delante de sus ojos con un aspecto que no había podido apreciar
la noche anterior, ojos grandes, pero castaño oscuro, nariz pequeña y piel algo
morena, le sería difícil integrarse entre los de ellos y más aun hacerla pasar
por un vampiro si se dieran circunstancias peligrosas e inesperadas. Sus pasos
seguían los de Don, los humanos se alimentaban de comida no de sangre, él había
perdido el hábito de cocinar hace unos 10 años así que su ayuda no servía de
mucho; además, el jamás había sido bueno en la cocina, siempre había sido Deuk
el que se preocupaba por la alimentación de los dos. La capa negra cubrió el
cuerpo de chico, la llevaría a casa de su ahjumma. Era la anciana más mayor del
clan, una de las veteranas del consejo; vivía sola, bastante apartada de los
demás vampiros, según la mayoría era una especie de bruja o maga convertida en
un hijo de la noche
-
¿Ahjumma? ¿Estás en casa? – retirando hacia un
lado la tela que tapaba la puerta – Soy yo, Don
-
¡Donnie ~! – dijo apareciendo una mujer de
mediana edad – ¿Cuando pensabas visitar a esta pobre ahjumma? – acariciando sus
mejillas – Estas delgado jovencito, ¿estás comiendo bien?
-
Si ahjumma, no te preocupes, estoy bien – retirando
las manos de su rostro - Te traigo una
pequeña sorpresa – girando sobre sus talones – Te presento a Haeri – rodándose
un poco para que la viera –
-
¿¡Una humana!? – alzando la voz - ¿¡Qué hace una
humana en mi casa?!
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