sábado, 3 de marzo de 2012

Rosas Azules - Capítulo 7



-          ¡¡Suélteme!! ¡¡Me está dañando!! – decía dolorida

Notaba como los huesos de su muñeca comenzaban a quebrarse en diminutos pedacitos. Un dolor insoportable crecía en su pequeña mano, aquel desconocido la apretaba fuertemente, demasiado diría ella, casi podría jurar que incluso para él aquella fuerza que ejercía no era nada, en cambio para ella creía que en cualquier momento se quedaría sin su preciada articulación. Las lágrimas salían sin piedad, aquellos ojos color cereza la miraban fijamente como si intentara averiguar algo a partir de su mirada, eso la asustaba aún más y aunque quisiera gritar con todas sus fuerzas no podía, simplemente había enmudecido.

-          ¿De verdad te daño? – dijo con una sonrisa cínica en su rostro
-          ……..
-          ¿Tanto miedo tienes que no hablas? – acerca su rostro al de ella – Le quitas la emoción al momento sino gritas pequeña presa, vamos compláceme, grita
-          …….
-          ¡¡Hazlo!! – alzando la voz pero sigue sin recibir respuesta - ¡¡Te he dicho que lo hagas!! – lanzándola contra un viejo árbol
-          Ahh…- suspiro al caer al suelo
-          ¿Ni siquiera golpeándote gritarás? – elevándola por el cuello – Entonces te haré sufrir hasta que grites
-          No por favor…
-          ¿Qué has dicho? Repítelo – parando por un segundo
-          Por favor, no me haga daño…- sin aliento
-          Dilo más alto, quiero oírte
-          Por favor señor, no me haga daño – alzando un poco la voz
-          Eso está mejor – ríe para sí – pero no lo suficiente…- cambiando su sonrisa por una mueca difícil de descifrar

Alzó su mirada grabando en su mente los últimos movimientos que vería antes de cerrar los ojos, ella nunca quiso un final así pero quizás era un castigo que le habían impuesto desde las alturas. Elevó su mano más alto que su cabeza y la giró en forma de garra, aquellos ojos cereza en vez de apaciguarse se habían tornado aún más rojos de lo que ya eran llegando a tocar un ligero color vino, pero aquello no se podía comparar con aquel tinte que decoraba sus largos colmillos. Sabía que no tenía escapatoria, Ji Yong probablemente estaría ya en la cabaña, aunque gritara no la escucharía y la verdad, tampoco quería que estuviera allí, no sabía como podría actuar aquel ser al verlo a él. Solo cerró sus ojos fuertemente y esperó a que llegara el momento, pero tardaba en llegar, al parecer a aquel hombre le divertía jugar con ella para ver las reacciones que le provocaba. Asustada cada vez más solo permitió que una frase se clavara en su mente antes de desaparecer, una que esperaba que él la pudiera escuchar… “Ji Yong no olvides que te amo”

-          ¡¡Ni se te ocurra tocarla!!


-          Amor…- susurró a su oído
-          ¿Ji Yong? – abriendo sus ojos sorprendida al notar que está entre sus brazos
-          Perdóname amor – abrazándola fuertemente – Perdóname, perdóname, fui un idiota, te puse en peligro al querer alejarte de mí – ocultando su rostro en su cuello – Lo siento, lo siento, lo siento…- quebrándose lentamente su voz
-          Ji Yong…- con voz suave intenta alzar su rostro pero él la retiene entre sus brazos
-          Por mucho que te diga que te alejes de mí, nunca lo hagas, no creas mis palabras amor, te necesito conmigo…- tomando algo de aire – y por favor….nunca vuelvas a pensar eso…
-          ¿Ah? – dando un pequeño salto - ¿Lo…lo escuchaste? – poniéndose algo nerviosa
-          Como no quieres que lo oyera pequeña tonta, si lo dijiste en voz alta – riendo ligeramente depositando un beso en su frente - Te das cuenta de las cosas demasiado tarde, amor – elevando su rostro – Ni siquiera te has fijado en que estamos en la cabaña – besando su nariz
-          ¿En la cabaña? – se alza un poco y comienza a mirar el lugar – Pero si estábamos en…en…¿Cómo llegué aquí?
-          Eso no importa ahora amor – la vuelve a acomodar entre sus brazos – No sabes lo asustado que me tenías mi pequeña – adorna su rostro de besos - Pensé que te perdería…- suspira pesadamente - sino llego a tiempo no se que hubiera pasado…
-          ¿Pero que pasó? Yo no escuché nada
-          Estabas desmayada, como quieres escucharlo – mirándola con ternura – Siempre te acabas durmiendo en la mejor parte – notando como la chica se ruborizaba ante sus palabras – Me gustaría saber que pensaste pequeña pervertida
-          Yo no pensé nada…- ocultando su rostro en su pecho
-          ¿Entonces porque ocultas tus mejillas sonrojadas? – acercándose a su oído
-          Porque…- alargando la última vocal
-          ¿Por qué? – la anima a seguir
-          ¡¡Tengo hambre!! – saltando de la cama
-          No, no, no – niega con su dedo para atraparla de nuevo entre sus brazos – Aún no es hora de comer – girando para quedar acostado encima de ella
-          Pero tengo hambre…
-          Yo también tengo hambre – rozando sus labios – pero de ti…
-          ¿Ah? – asustada
-          Que debes descansar amor – dándole un pequeño beso
-          Pero tu dijiste que…que…
-          ¿Qué dije? – mirándola divertida – Amor creo que te afecto demasiado todo esto, debes dormir un poco – acariciando su mejilla
-          Si creo que si

“Tonta” dije para mí. Intentaba ocultar mi enojo y preocupación por ella bajo aquella sonrisa, pero por dentro estaba ardiendo en llamas. El verla tan débil delante de aquella cosa, como la miraba, de solo recordarlo mis músculos se tensaban. Ahora entendía porqué la advertencia de aquella mujer, pero aun seguía dudando de algo ¿Por qué me aviso? Era algo extraño pero no podía evitar sentirse agradecido de su ayuda sino no hubiera sido por ella, ahora no la tendría entre sus brazos descansando tranquilamente.

-          ¿No puedes dormir? – juntando sus frentes
-          No – niega con su cabeza – Tengo miedo a cerrar los ojos
-          Amor no te preocupes por eso, ese tipo no nos volverá a molestar
-          ¿Estas seguro? - dubitativa
-          Si – dejando un beso en su cuello – Cierra esos ojitos, debes estar cansada – apoyando su peso en su brazo izquierdo mostrándole una de sus sonrisas
-          Gracias – abrazándose a la cintura del chico
-          ¿Por qué?
-          Por salvarme – riendo levemente
-          Es mi obligación amor, no puedo dejar a mi damisela en apuros – dice a su oído mientras la apega a su cuerpo – Buenas noches mi princesa – arropándola con las finas sábanas
-          Buenas Noches Ji Yong…

No hay comentarios:

Publicar un comentario