jueves, 29 de marzo de 2012

"What Can I Do? - Capítulo 2 (New Fanfic)"


Se incorporó rápidamente de la cama algo desconcertada. No reconocía aquel lugar de paredes blancas ¿Acaso había vuelto de nuevo al hospital? Las lágrimas salieron sin previo aviso, un miedo recorrió su cuerpo…¿Qué había pasado esta vez?

-          Veo que te despertaste…- cambiando su semblante - ¿Qué te pasa? ¿Te duele tu muñeca de nuevo?

¿Qué hacia él ahí? Miraba con detenimiento su perfecto rostro. Sus ojeras se disimulaban detrás de aquel maquillaje que le daba un cierto brillo a su piel. Sentía su preocupación y miedo, su mano acariciaba su mejilla una y otra vez. Todo aquello era nuevo para ella, se sentía tan…bien…¿Aquello se suponía que era la felicidad?

-          Pequeña…- la volvió a llamar
-          Estoy bien, no tengo nada – secando sus lágrimas – Mi muñeca está mejor, gracias – intentando sonreír
-          ¿De verdad? – aún dudoso
-          Si, tranquilo…- con un hilo de voz – Te…¿Te puedo preguntar algo? – bajando su rostro
-          Si claro – retirando las manos de su mejilla
-          ¿Estoy en el hospital?
-          No, claro que no – sorprendido – Es mi apartamento – notando el nerviosismo en su ojos – Estas en la habitación de invitados, mi recámara está enfrente pero…¿Por qué me preguntas eso? – el cuerpo de la chica se tensó
-          .......

Aquellos ojos achocolatados reflejaban tanta angustia y cansancio ¿Podía hacer algo para aliviar su dolor? ¿Era capaz? Ocultó su preocupación detrás de una de sus sonrisas fingidas, con el paso del tiempo se había vuelto un experto ocultando sus verdaderos sentimientos, aunque la presencia de aquella chica lo hacia temblar; era algo extraño. Aunque no quería debía devolverla a su casa como había prometido, seguramente sus padres la estarían buscando, además, notaba cierta incomodidad por su parte, quizás todo aquello había sido demasiado precipitado.

Oculto su rostro detrás de una bufanda de lana rosada y cubrió sus ojos con aquellas finas gafas negras, tapando su cuerpo con una gruesa chaqueta para tomar su mano dañada y sacarla de aquel lugar. Después de darle la dirección de su casa, arrancó el auto. Pronto reconoció las calles de su barrio y aquellas majestuosas mansiones.

-          ¿Es aquí? – preguntó dudoso
-          Si gracias – saliendo del auto – De nuevo gracias… - sin atreverse a mirarlo
-          No las des pequeña…- con una tierna sonrisa en sus labios
-          Adiós…
-          Hasta pronto…

Con melancolía veía comos se alejaba con la carretera. Llenó sus pulmones de oxígeno y comenzó a caminar, sin antes echar un último vistazo a aquella casa en la que la había dejado, quizás algún día pudiera tener un hogar así. Caminó lentamente por aquel callejón, alejándose de la parte nueva del barrio para entrar en la derruida. Sus pies disminuían el paso a medida que llegaba a aquel edificio en ruinas. Sus cimientos seguían sanos, aunque ligeramente inclinados dándole cierta inestabilidad a aquella construcción.

-          Ari ven aquí…- dijo su madre en un tono muy bajo – Tu padre está durmiendo, corre…

Entró sin hacer ruido y se encerró en su habitación, cambiando su ropa nueva y dejándola debajo de la cama, quedando arrugada y sucia por la porquería de aquel cuarto. Tomó su ropa rota y se la puso, deshizo el maquillaje de su rostro y corrió a su escritorio, simulando estudiar.

Una pequeña cadena yacía en el asiento. Tenía grabada la inicial A, acompañada de varios rasguños y de la perdida de las piedras que la adornaban. A pesar de estar en aquel estado, parecía valiosa. Dio la vuelta y volvió a aquellas coloridas calles del barrio. La encontró vagando por su calles con el rostro hundido en sus manos ¿No había entrado a su casa? ¿La habrían regañado?

Aparcó a un lado de la acera y la siguió. Su mente cada vez se volvía más confusa, las calles lujosas de antes habían cambiado a un barrio derruido y en mal estado. Las aceras malolientes estaban llenas de mendigos y de bandas callejeras. Aceleró su paso asustado, escondiéndose de vez en cuando para no ser descubierto. Aquella chica se paró delante de un edificio que parecía alguna atracción de la feria, sus ventanas estaban rotas y cubiertas con cartón. El jardín que lo adornaba estaba seco y sin vida, las paredes de aquella casa no tenía color y le faltaban algunos trozos ¿Qué era aquel lugar?

-          Ari ven aquí…- dijo una señora asomándose por la puerta del edificio – Tu padre está durmiendo, corre…

Ella con rapidez de metió en aquel lugar…¿Aquel era su hogar? Su corazón dolía ¿Por qué? Salió de su escondite y se oculto detrás de unos arbustos que adornaban aquel jardín. Podía ser visto, pero necesitaba estar allí, se sentía inquieto e inseguro, pero no por él, sino por ella

-          ¿¡Dónde esta?! – se escuchaba fuera de su habitación
-          Ella está estudiando…- con voz quebrada
-          ¿¡No me mientas zorra?! – escuchándose un golpe - ¿¡Ariadna?! – irrumpiendo en su habitación
-          Si padre – sin despegar la vista de su libro - ¿Deseas algo? – levantándose de aquella silla carcomida

Aquella mirada psicópata podía asustar hasta el más indefenso animal. Se acercó a mi y abrió mi camisa de golpe, rompiendo algunos botones de su camisa vieja, mirando fijamente su cuello

-          ¿Dónde está la cadena? ¿La perdiste?
-          No…- revisando su cuello – Yo la tenía padre, lo juro…- rebuscando entre sus bolsillos
-          Sólo lo repetiré una vez más ¿Dónde está la cadena Ariadna? – enojándose
-          Yo…yo…- asustada – Ahora la busco padre, seguro se me callo en algún lugar de la casa…
-          ¡¿La perdiste?! – gritando una vez más
-          No padre…- ardiendo su mejilla por el golpe – Lo siento…- comenzando a llorar

Agarro sus cabellos con fuerza y la arrastró escaleras abajo, abriendo la puerta de la calle, tirándola al suelo. De nuevo su muñeca se daño, intentando evitar un mayor golpe al caer a aquel duro cemento del jardín. Su cuento de hadas había llegado a su fin, dejándola caer de nuevo a aquella cruda realidad que era su vida, su miserable existencia.


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