miércoles, 14 de diciembre de 2011

What is right? - Capítulo 10


-          Hyung, vente con nosotros – le suplicaba – No es bueno que estés ahí solo – mirándolo con preocupación
-          Gracias maknae, pero prefiero estar en mi casa…- con voz apagada
-          Pero hyung, te harás más daño – reprochándole – Si estas con nosotros podremos cuidar de ti y apoyarte en lo que necesites
-          No necesito que me cuiden, estoy bien – bajando la mirada
-          No lo estas hyung, mírate – señalándolo – Estas muy flaco y tienes unas ojeras enormes, casi sobrepasas las mías – tono de burla - ¿Acaso quieres quitarme mi puesto? ¿Ehhh?
-          Noo – ríe – No quiero hyung, es todo tuyo
-          Así me gusta – victorioso – Y por favor vente con nosotros, por lo menos piénsatelo
-          Esta bien hyung, lo haré

Quizás Seung Ri tenía razón ¿se había desmejorado? Caminó lentamente hacia aquella casa solitaria con tristeza en sus ojos. Aquella sensación de salir apresurado del trabajo para encontrarla con su linda sonrisa al abrir la puerta, había desaparecido. Sólo lo recibía una enorme soledad que lo atrapaba cada vez más y más. La casa se había quedado enorme para él. Apoyó su cuerpo en el umbral de la puerta y se quedó contemplando aquel lugar. Yacía vacío, se mantenía oscuro a pesar de la claridad de las ventanas, un olor amargo recorría todas las habitaciones y un sonido incómodo lo envolvía. Cuando ella estaba todo era hermoso, hasta un simple pétalo caído de los millones de ramos que regalo, era igual de precioso. Regalos, el solo la supo colmar de regalos. Pero a pesar de que era un gesto romántico no sirvió de nada, estaba seguro que si le hubiera confesado todo lo que sentía esto no pasaría. Aunque también pensaba que se enojaría y se marcharía de igual forma.

Liah se caracterizaba por no enfadarse. Debías molestarla demasiado para enojarla y al parecer Ji había dado con la forma exacta para hacerlo. Cada palabra, cada gesto, todo era motivo para alterarla más. Cuando discutes con tu pareja te invade esa sensación de incomodidad y tristeza, para él existía todo eso, pero sabía que al pasar los minutos correría a abrazarlo y le diría que todo estaba bien. Una relación era así, con sus altos y sus bajos, con sus mimos y peleas, y a pesar de todo eso, se amaban. Aquello seguía delante por su amor, sabía que ella tenía el corazón tan roto como el de él, sabía que lloraba todas las noches igual que él, pero lo peor de todo, era que sabía que ella sufría por él. No quería eso para Liah, se castiga y torturaba por ello, no se permitía dañar a una persona que lo único que había echo era amarlo por encima de todo. Que en vez de juzgarlo lo trató como a un ser humano más. La echaba de menos, quería correr hacía donde estaba ella y abrazarla, y nunca más separarse de su lado.

A su mente volvió aquellos anillos que guardaba en su ropero. No era un anillo de compromiso ni mucho menos, solo era para demostrarse el amor y el afecto que tenían, pero nunca se lo dio. Lo había comprado cuando solo llevaban un mes de noviazgo, algunos pensarían que es una locura, un mes y ya le das un anillo, pero para él era distinto. A pesar de que solo llevaba escasos días a su lado, esos momentos fueron los más maravillosos de su vida. Cuando les daba vergüenza tomarse de la mano o cuando le dio su primer beso haciendo que ambos se sonrojaran. Como añoraba aquello, quería recordarlo, por eso hizo los anillos, pero con el tiempo se arrepintió de dárselo. No era porque su amor se hubiera apagado, sino que creía que era muy poco para ella. Ambos eran dorados y en su reverso tenían escrito sus nombres, sencillo pero bonito pensó en el momento. Liah se conformaba con poco, eso le gustaba, no quería que le regalaran cosas caras ni mucho menos que gastara dinero en ella. Pero al pasar más tiempo con ella quiso obsequiarla con regalos mayores, quizás pretendía demostrarle su amor así.

Cerró la puerta detrás de sí y camino lentamente hacia su habitación. La cama se encontraba perfectamente colocada, solo se mantenía arrugada en la parte de Liah, era estúpido hacer eso, solo era una cama, pero para él era su cama. Donde compartieron muchos momentos, más de los que una persona se podía imaginar, y todo ellos fueron maravillosos. Cambió su rumbo y se dirigió al baño. Quería enfrentarse a aquello en lo que según Seung Ri se había convertido. Levanto sus ojos encontrándose con aquel espejo, sus mejillas estaban más flacas de lo normal, debajo de sus ojos tenía unas ojeras bastante visibles, sus brazos habían perdido la musculatura que tanto le costó conseguir y aunque diera cierto asco decirlo, sus huesos se notaban demasiado. Su cuerpo se asemejaba al de un muerto viviente, solo le faltaba la sangre y los ojos blancos. Rió para sí, incluso sus estúpidas bromas habían perdido su gracia.

Desde la recámara se escuchaba su móvil sonar. Corrió y tomó aquel aparato en sus manos pero no contesto. Por un momento se quedo pensativo, era estúpido creer que fuera ella, pero deseaba escuchar su voz, y si…

-          ¡¡Hyung!! ¡¡Por qué no contestabas!! – decía Seung Ri algo enojado
-          Perdón, estaba algo distraído – disculpándose - ¿Ha pasado algo?
-          Sí, aún esperamos tu respuesta
-          Yo…aún me lo estoy pensando – algo nervioso
-          Entonces te llamaré dentro de un rato, adiós hyung
-          Pero esp….- cortan la llamada

Debía pensarlo, pero eso no decía que lo hiciera en un par de minutos. A veces la inmadurez de Seung Ri era algo que molestaba, pero en aquel caso solo era preocupación y le gustaba. Se sentó en su cama y se quedó mirando fijamente su móvil. Si la llamaba desde su número no se lo cogería, y si lo hacía de un número oculto tampoco. Sólo le quedaba llamar desde una cabina ¿no? Guardó el aparato en su pantalón y salió a la calle. A pocos metros de su casa había una cabina, sus ojos la divisaron rápidamente, así que aceleró el paso. Con cuidado cruzó la calle y llegó a la otra acera, y entraron en aquel pequeño lugar. Sus dedos temblaban ¿era lo correcto? Quizás aumentaría su enojo, pero necesitaba escuchar su voz, aunque solo fuera una vez más.

-          ¿Diga? – se escucha desde la otra línea - ¿Quién es?
-          …- las lágrimas se hacían presente en sus mejillas
-          ¿Hola? ¿Hay alguien? – algo molesta – Dara estate quieta, sino mamá se enojará
-          …- una leve risa salió de sus labios haciendo que la chica se diera cuenta de su presencia
-          Se que hay alguien hay, contésteme – suspira – Mmm…- nerviosa - ¿Ji Yong-shii eres tú? – con voz tierna
-          …- ¿Qué debía decir que sí?

Antes de que su mente reaccionara la llamada de había cortado. En aquella máquina salía un letrero pidiendo más monedas. Cómo odiaba que fueran de pago, pero aquello lo había tranquilizado aunque no podía evitar llorar. La notaba muy lejos de él pero a pesar de eso ella había preguntado por él ¿Eso era una buena señal no?

-          ¡¡Hyung!! – lo llama de nuevo
-          ¿Tú otra vez? – saliendo de la cabina
-          Si – victorioso – ¿Acaso ya te cansaste de mi? – notando que hacía un puchero
-          Sólo un poquito – divertido
-          ¡¡Ya!! ¡¡No me digas eso que me enojo!! – actitud infantil - ¿Ya te pensaste lo de venir a nuestro departamento?
-          ¿Departamento? – repitió
-          Si, bueno no es de lujo pero es confortable – algo vergonzoso
-          Departamento…- volvió a repetir
-          ¿Acaso no me escuchas?
-          ¡¡Departamento!! ¡¡Se fue a su viejo departamento!!
-          ¿Ah? – desconcertado - ¿De que hablas hyung?
-          Liah se marchó a su antiguo departamento, gracias hyung eres el mejor – contento –
-          Si gracias per… - no termina
-          Luego te cuento – cortando la llamada

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