jueves, 1 de diciembre de 2011

What is right? - Capítulo 7



-          Márchate – dándole la espalda – Quiero estar solo
-          Muy bien Kwon Ji Yong, como tu desees – arrogante

Si eso era lo que quería, era lo que tendría. Con un golpe seco cerré la puerta de la habitación y me marché de la casa. No estaba de humor como para aguantar sus berrinches de niño pequeño, ni siquiera tenía motivos para enojarse conmigo. La noche ya estaba bastante avanzada, las farolas ya estaban encendidas al igual que los neones de los edificios de la ciudad. Caminaba sin rumbo fijo, no sabía a donde ir. Lo único que sabía era que no quería volver a casa.

Por suerte siempre llevaba algo de dinero encima, así que pedí una habitación en un hotel y me hospedé allí. Ni siquiera tenía sueño, toda la noche me mantuve mirando por la ventana de la habitación. Se sentía paz y tranquilidad en aquel lugar, por un momento me hizo sentir bien, pero por otro no. A pesar de las peleas lo seguía amando, y estaba claro que lo echaba de menos. El móvil no había dejado de sonar en toda la noche, me supuse que era él así que no me molesté en cogerlo. Sabría como actuaría, llamaría a TOP y le diría de ir a beber, se emborracharían y luego cuando yo llegara a casa su ropa apestaría a alcohol y a cigarros. Me oiría entrar y correría hacia mi pidiéndome perdón.

Rutina. En eso se había convertido su amor, en una estúpida y simple rutina. Tomó sus cosas y se dirigió a su casa, debía afrontar la realidad. Con sumo cuidado metió la llave en la cerradura de la puerta, preguntándose porque no quería hacer ruido, si sabía que estaba despierto. Pero para su desgracia, sus palabras no se cumplieron. Cerró los puños fuertemente y dejo que las lágrimas salieran sin ningún rencor. En la entrada había ropa tirada, y precisamente Ji Yong no utilizaba ni vestido ni tacones ni sujetador. Siguió con la mirada aquel camino que dejaba, rezando que por favor no hubiera otra mujer en su cama y con su novio.

Juraría que una espada acababa de cortar su corazón en dos. En su cama había una chica junto a Ji Yong. Este dormía plácidamente y en su espalda se acomodaba ella. Realmente quería ir a su lado y golpearle la cara hasta que sangrara, pero se aguanto, aguanto su rabia y cerró la puerta con cuidado. Fue a la habitación de invitados y tomó su maleta ya hecha, la había escondido allí después de su última pelea para que Ji no la encontrará. ¿Ji? ¿Para qué demonios lo llamaba así? Ni siquiera se merecía su cariño. Tomó la cajita de Dara y metió a su perrita dentro, procurando que Gaho no se despertara y alertara a su amo. Llamó a un taxi y se sentó a esperar en aquella fría cama.

Pasaban los minutos y no veía llegar el dichoso auto, miraba a través de aquella ventana intentando hallarlo en el horizonte, pero por más que lo deseaba no aparecía. Alguien abrió la puerta de la habitación y se quedó observándola en silencio. Ni se molestó en reaccionar ante su presencia, cuando hubo divisado el taxi se acercó a tomar sus cosas y salió de la habitación, ignorando por completo las palabras de la persona que intentaba retenerla allí. Del único que se despidió fue de Gaho, sería el único que la echaría de menos. Salió de aquella casa y guardó sus pertenencias en el maletero del taxi, acercándose al conductor para hablarle.

-          ¿Podría esperar un momento por favor? – le pregunto
-          Claro señorita, usted avíseme cuando esté lista
-          Muy amable

Se alejó del auto y se acercó a él. Se marcharía, no habría vuelta atrás, pero deseaba escuchar que estúpida excusa le diría esta vez.

-          No te marches por favor... – llorando – No me dejes amor…- abrazándose a ella
-          ¿Qué te hicieron esta vez? – dijo fríamente, no corresponde su abrazo
-          Nada – secando sus lágrimas – ni siquiera me acosté con esa chica, no se de donde apareció
-          Aja – asintiendo – Hizo magia y apareció en nuestra cama – riendo – Que bien Ji Yong, cada vez mejoras tus presas. Lo próximo que será ¿una bruja malvada?
-          No te burles de mí por favor, te digo la verdad…
-          No me burlo, y tranquilo te creo – con ironía – Envíame la invitación a tu boda cuando consigas a alguna que aguante tus mentiras – dándose la vuelta y dirigiéndose al taxi
-          Amor por favor – tomándola del brazo – Quédate, te lo suplico – arrodillándose
-          ¡¡Ya!! ¡¡Levántate!! ¡¡Tu ropa de marca se te va a ensuciar!! – abre la puerta del auto – No querrás que se te manche ¿verdad? – entrando y cerrando la puerta

Sus gritos se escuchaban desde dentro del auto pero mis oídos los ignoraban. Le pedí al taxista que me llevara al aeropuerto, sus oportunidades se habían agotado al igual que mi poca paciencia. Dara aún seguía dormida, y lo agradecía, sabía que se pondría a ladrar cuando notara la ausencia de Gaho. Me dolía separarla de él, pero era lo mejor para ambas. Quizás un tiempo lejos de Corea nos vendría bien. Después de repasar mentalmente a que lugares podía ir, me decidí volver a mi antiguo piso. Ji Yong lo conocía, pero no se atrevería a ir y estaba segura de que ni siquiera se acordaba de él. Era especialista en olvidar las cosas importantes.

Por suerte había pasajes, así que tome el primer avión que salía. Allí se acababa todo. Adiós al amor, a la amistad, a los engaños, a los perdones y a Ji Yong. Su historia de amor había fracasado, y la culpable no era ella.

El viaje fue algo largo, pero ni siquiera lo notó. A decir verdad, no sentía nada. Su corazón se había vuelto frió y vacío, muy vacío. Todos los sentimientos que en él guardaba acaban de desaparecer, se esfumaron, y el encargado de eso fue Ji Yong. Era absurdo preguntarse porqué su relación no funcionó, tampoco quería saberlo ¿Para qué? Ya no era parte de ella, así que daba absolutamente igual.

Su piso seguía en las mismas condiciones en que lo dejó, se notaba que su mamá lo cuidaba con cariño esperando que dejara su nefasto noviazgo y volviera a la que era su auténtica casa. Lo acababan de limpiar, podía asegurarlo. Sonrió estúpidamente cuando hayó en la puerta de su habitación una notita:

“ Bienvenida a casa hermanita, te eche mucho de menos ”

Ella si que la había echado de menos. Su hermana apenas alcanzaba los 7 años de edad y ya se comportaba casi como una auténtica adulta. Suspiró levemente y dejo a Dara salir de su jaulita. Mañana tocaría visitar a su familia y darles explicaciones sobre su repentina vuelta, así que lo mejor era tomar una ducha y acostarse. Había sido un día demasiado ajetreado para las dos.


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